Milenio

Alabama y el principio del fin para Trump

- ENRIQUE ACEVEDO @Enrique_Acevedo

En un año plagado con decepcione­s elec- torales para los demócratas, el triunfo esta semana de su candidato al Senado por el estado de Alabama es oxígeno puro. Tenían 25 años de no ganar en ese bastión republican­o. Un estado profundame­nte rojo, donde el movimiento conservado­r logró establecer un control equiparabl­e al que el PRI ejerce en Coahuila, guardadas las proporcion­es.

La elección especial en Alabama se convirtió en una prueba de resistenci­a. Un examen sobre cuánto estaban dispuestos a tolerar los votantes, en su mayoría blancos y conservado­res, a quienes les dejaron la opción de apoyar a un pederasta o respaldar a un demócrata. La diferencia fue mínima, pero esta vez ganó la decencia.

Pero, la victoria demócrata en el epicentro del llamado cinturón bíblico, es mucho más que una sorpresa política. El resultado re- presenta la primera expresión electoral de un movimiento que busca resistir a Trump en 2018 y sacarlo de la Casa Blanca para 2020. Un movimiento que incorporó a distintos segmentos del electorado en Alabama y logró agruparlos en una coalición improbable y sumamente efectiva.

Trump llegó a la Casa Blanca gracias al respaldo incondicio­nal de su base, pero, también gracias al impulso de republican­os de cepa que no toleraban la posibilida­d de votar por Hillary Clinton. Esos republican­os le dieron la espalda a su partido en la elección de Alabama y decidieron apoyar en cambio a un demócrata moderado como Doug Jones.

Para estos republican­os cercanos a la historia del partido y a políticos como los Bush, Romney o McCain, la única forma de apagar la insurrecci­ón de la extrema derecha pasa por una alianza con los demócratas del centro. En 2016 le dieron el beneficio de la duda a Trump, pero sin Clinton en la boleta difícilmen­te harán lo mismo en la próxima elección.

La otra cara de la coalición la puso el voto de las minorías raciales, sobre todo el de la comunidad afroameric­ana que se volcó a favor de Jones y contra un republican­o, quien no tuvo reparo en afirmar públicamen­te que Estados Unidos era un país grandioso cuando la esclavitud era una institució­n legal en el país.

Es el principio del fin para Trump, quien ha hecho mucho para conservar su base, pero poco o nada para ampliarla. Sin esos republican­os tradiciona­les y con las minorías motivadas a salir a votar, la presidenci­a Trump parece tener los días contados. M

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