Milenio

Fast track…

- JOSÉ ANTONIO ÁLVAREZ LIMA

La violencia está fuera de control. Decenas mueren cada día. En todos los rincones de México. No solo delincuent­es, sino sobre todo inocentes.

Cada vez mueren más mujeres. También niños y hasta recién nacidos. El círculo perverso ya se asentó: gobiernos irresponsa­bles, miseria, desigualda­d, corrupción, narcotráfi­co, secuestro, extorsión, huachicole­o, lavado de dinero, cinismo, codicia, militariza­ción…

Es hora de decir y aceptar con franqueza que el gobierno ha fracasado. Su obligación primera, que consiste en asegurar la vida y el patrimonio de las personas no la cumple. La violencia y la insegurida­d han aumentado constantem­ente desde hace 12 años cuando se configuró esta estrategia, consistent­e en descabezar mafiosos, lanzar al Ejército a las calles, y ensangrent­ar las pantallas de televisión. Al tiempo que se hicieron de lado las tareas de prevención, se abandonó el estudio sobre las ventajas de discrimina­lizar el consumo de sustancias ilegales y, sí, en cambio, se dio el espectácul­o grotesco de gobernador­es y políticos revolcándo­se con sus familiares en el lodo de corrupcion­es multimillo­narias.

Bien sabemos que la solución para erradicar la insegurida­d no será simple, rápida, ni sencilla. Que la misma comprensió­n del problema confunde a la sociedad. Que ningún gobierno podrá abordar el asunto en la soledad. Que es necesario abrir una consulta para que esta terrible amenaza sea abordada por todos: ciudadanos, autoridade­s, Iglesias, academia, sociedad civil, comunidad científica, empresario­s y medios. Todos responsabl­es de encontrar y hacer realidad una hoja de ruta para salir de este aterrador atolladero.

Ya han quedado atrás las versiones simplistas autoritari­as de que “la mano dura acabará con ellos”, o la versión simplista permisiva de que “basta con legalizar las drogas para que los precios bajen y desaparezc­an los narcos”.

La guerra contra los delincuent­es no se va a ganar solo con la ley y las armas. Hay que usar también instrument­os éticos y políticas públicas renovadas: fiscales, educativas y de salud pública.

No basta con observar, cuantifica­r, denunciar, como ya se hace. Es necesario reflexiona­r, concluir, acordar, legislar, mejorar nuestras concepcion­es y actuar.

Solo nuestra mejor inteligenc­ia y voluntad podrán librarnos de ser rebasados por la violencia y la corrupción.

Por eso la ley de seguridad interior que divide a la sociedad no debe aprobarse en M

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