Alfonso Navarrete comparte sus grabaciones históricas
“Primera figura del Palacio de Bellas Artes durante 20 años, se especializó en el repertorio operístico”, explica Héctor Sosa
En escena, el tenor mexicano Alfonso Navarrete “tenía un temperamento muy fuerte. Era de una personalidad agradable y con una muy buena figura, además de que no le tenía miedo a ninguna partitura”.
Habla Héctor Sosa, productor del disco Alfonso Navarrete, tenor, de la colección Memorias Sonoras, que se presentará mañana a las 19:00 en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. Además del cantante nacido en Sonora, participarán Francisco Méndez Padilla, Manuel Yrízar y el productor.
Sosa no recuerda que el maestro haya cancelado una función, “ni siquiera si estaba indispuesto. Se anunciaba que tenía un resfriado, o lo que fuera, y ¡cantaba mejor! ¡De veras! Y lo recuerdo porque yo crecí escuchando a Alfonso Navarrete, a Guillermina Higareda y Roberto Bañuelas, los artistas de la ópera nacional de esa época”.
El productor refiere que, en el plano personal, “es una persona muy amable, simpática, pero con una gran seguridad. Esa cualidad le hizo su carrera operística, porque nunca tuvo miedo a ningún rol —o, cuando menos, nunca lo demostró—. Tenía una gallardía y una apostura que le daban la convicción de que iba a salir adelante en cualquier papel”.
El disco incluye más de dos horas de música con un “repertorio variopinto. Como primicia, está el dueto con Gilda Cruz Romo de Un baile de máscaras, de Verdi, grabado en 1973; de manera histórica, es de sus primeras grabaciones. Hubiera querido conseguir el debut del maestro en Bellas Artes en 1970, pero lamentablemente o no hubo grabación o nadie tuvo el cuidado de preservarla”.
El disco aglutina actuaciones históricas de Navarrete en Bellas Artes, con aquellas óperas en las que, como explica Sosa, hizo “creaciones personales”. Así, aparecen obras como Sansón y
El disco incluye piezas de Saint-Saëns, Offenbach, Verdi, Donizetti, Puccini y Bizet, entre otros
Dalila, de Saint-Saëns; Los cuentos de Hoffmann, de Offenbach; Aída y Rigoletto, de Verdi; Lucía de Lammermoor, de Donizetti; Tosca, de Puccini; Norma, de Bellini, y Carmen, de Bizet. “En estas grabaciones —explica el productor— hay un abanico fantástico, un muestrario extraordinario de la carrera del maestro como primer tenor. Fue un cantante dedicado exclusivamente a la ópera, casi no hizo música de concierto ni de cámara. Se especializó en el repertorio operístico y fue primera figura del Palacio de Bellas Artes durante 20 años”.
En las notas del álbum doble que forma parte de la serie Memorias Sonoras: Grandes Voces de la Ópera en México, Francisco Méndez Padilla recoge algunas impresiones del cantante que arrojan luz sobre su arte, como cuando habla sobre el influjo que tuvo en su carrera el tenor Giuseppe Di Stefano a través de su cátedra de dicción y técnica interpretativa.
Con quien se convirtió en su amigo, recuerda Navarrete, “revisé Carmen, Baile de máscaras, Tosca, Lucía… Pippo me decía: ‘Alfonso, no me estás diciendo la verdad... y no se cantan notas, se cantan frases’. Por eso se dice de un cantante lo bien que dice la frase musical, que es la esencia de la música, y lo que te va a dar el personaje…” m