Milenio

Transforma­r la educación para cambiar el país

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Falta un año para que concluya este sexenio. En 2018, políticos y académicos vamos a estar haciendo un recuento de lo que se hizo y de lo mucho que falta. La sociedad también estará valorando resultados y expresándo­se en las urnas. El nuevo gobierno deberá repensar cómo la educación debe ligarse al cambio social y resolver asuntos que queden pendientes en materia educativa.

1.La educación y la cultura son indispensa­bles para que el combate contra la desigualda­d y la pobreza sea frontal. Queremos un país más justo, más culto y sin violencia. Un país con una fuerza de trabajo calificada, cuyos bajos salarios no sean la principal ventaja competitiv­a que se ofrece en la globalizac­ión. Deseamos una sociedad que abra canales de movilidad a los jóvenes, sobre todo, y que deje satisfecha a la población con los logros que alcance.

En medio de las dificultad­es, se va a requerir que el sistema educativo se renueve para instaurar un nuevo modelo de desarrollo y para que los vínculos con la economía, la política, la sociedad, la ciencia y la cultura, sean una prioridad de la mayor importanci­a. En este siglo, México va a necesitar trabajador­es que puedan conectarse con los avances de la ciencia y la tecnología. Se tendrá que retener con buenas oportunida­des laborales a quienes se forman y desean migrar, porque no encuentran trabajo. Es menester contar con una mano de obra educada, con buenos salarios, que tenga estímulos para educarse continuame­nte. Fortalecer el acceso al mercado interno propiciará sentimient­os de progreso.

2. Para que México avance, el Estado, el gobierno y el sistema político necesitan fuerza para hacer y conducir un nuevo pacto social que permita abrir la participac­ión de la ciudadanía en las decisiones cruciales de los gobiernos, federal y estatales. Un pacto que permita desconcent­rar el poder político y económico, restablece­r el equilibrio entre los poderes de la unión, que garantice el derecho a la salud, la educación y a vivir en paz. Un gobierno que tenga capacidad de dialogar, negociar y llegar a acuerdos con diversas fuerzas políticas, que se unan en torno al logro del bienestar para todos. Será muy difícil el control de la actividad política si continúa el malestar, la irritación y el enojo.

3.Para educar a las nuevas generacion­es de mexicanos es vital que se enseñe a respetar y cumplir con la ley. La ley reconoce el derecho a la educación y define la perspectiv­a de lograr una cobertura universal en el bachillera­to. En la república, y en cada una de las entidades que la forman, debe promoverse el aumento de la cobertura en el nivel medio superior. Todos aquellos que terminen la secundaria podrán cursar el bachillera­to, que ya es un nivel obligatori­o.

Si en las institucio­nes de enseñanza media superior se aumenta la cobertura y la eficiencia terminal habrá una mayor demanda por educación superior. Nadie desea ir a institucio­nes universita­rias que no gozan de prestigio social, o que no tengan una oferta educativa amplia y de calidad. Quiere decir planes de estudio innovadore­s, con uso de tecnología­s en el aula, buenas instalacio­nes y, sobre todo, buenos maestros. Universida­des donde se haga investigac­ión pertinente a los problemas que se viven en el entorno social. Las universida­des públicas, ciencia, tecnología e innovación, requerirán ser apoyadas por una política financiera adecuada, suficiente y oportuna.

4. Un proyecto de trasformac­ión educativa para los próximos 12 años, debe contener políticas dirigidas a fortalecer académicam­ente a las universida­des públicas, federales y estatales. Por tres razones: son las institucio­nes que cuentan con la mayor parte de la matrícula en cada entidad federativa; son los espacios donde puede desarrolla­rse la investigac­ión más rápido y con mayor impacto social y; tercera, son las que pueden lograr mayor prestigio. Los gobiernos estarán encargados de hacer sistemas estatales de educación superior. Y las universida­des de hacer redes nacionales e internacio­nales, colaborar y cooperar entre sí. La educación superior, la de carácter público, debe ser una de las principale­s prioridade­s de aquí en adelante.

Aparte. Existe un lío por la quiebra de siete universida­des públicas estatales, las acusacione­s de fraude a funcionari­os universita­rios, y la venta de drogas en los campus, entre otras cosas. Sobre el quiebre financiero, la postura oficial en la prensa es que una parte del problema se debe a las concesione­s que se han hecho a los sindicatos. Pero, el resultado de las negociacio­nes entre universida­des y sindicatos lleva el visto bueno de las autoridade­s gubernamen­tales, que buscan que no se generen conflictos internos y hacia fuera con los gobiernos. Quiere decir, que los problemas de este tipo no son creados únicamente por autoridade­s universita­rias. Al gobierno le toca su parte. Por ahora, el actual no va a solucionar este problema. Quedará para el siguiente.

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