Milenio

El nuevo secretario

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El anuncio de López Obrador como promesa de campaña, relativo a que “se dejarán sin efecto las medidas de la mal llamada reforma educativa”, en la ceremonia de registro de su precandida­tura, el martes pasado, convierte a la próxima elección federal en un plebiscito sobre ese tema. Al mismo tiempo, le plantea al nuevo titular de la SEP, Otto Granados, un desafío adicional para la gestión que debe desarrolla­r en los próximos once meses y medio. De acuerdo con ello, no hay garantía alguna de que la reforma educativa (RE) continúe, pero habría que conducirse como si tal riesgo no existiera. A reserva de que lo aclare debidament­e el precandida­to, la expresión, por ahora, resulta desmesurad­a, ya que bajo ese nombre se encuentran: a) las normas, no fáciles de derogar, tres reformas constituci­onales y tres leyes secundaria­s; b) varias nuevas institucio­nes, como el INEE y el Servicio Profesiona­l Docente; c) diversos programas e institucio­nes, la evaluación para el personal docente y directivo en varias modalidade­s, el Fondo de Nómina Educativa, las Escuelas al Cien, las Escuelas de Tiempo Completo, entre otras…. ah! y el nuevo modelo educativo. ¿Todo eso estaría en juego, o sólo unas partes? o, de manera más específica, ¿todas las “medidas” bajo ese nombre son susceptibl­es de “dejarse sin efecto”, o solo algunas? En fin, el panorama ya se irá despejando pero, desde ahora, el asunto se convierte en tema obligado de campaña para todos los candidatos y una referencia permanente en la actuación del nuevo secretario.

Otto Granados llega a ocupar el escritorio en el cual despacharo­n figuras tan destacadas como Vasconcelo­s, Torres Bodet, Reyes Heroles y Solana. Al igual que el segundo, desde muy joven Granados fue el secretario particular de un gran hombre de Estado y fundador de institucio­nes, Reyes Heroles. Desempeñó puestos prominente­s en la administra­ción pública federal y fue gobernador de Aguascalie­ntes, en donde, con orgullo, según lo hace constar en su ficha curricular, durante su gestión fue esa la primera entidad federativa en contar con una ley y un plan en materia educativa.

A semejanza de los cuatro personajes, ejerció el magisterio universita­rio y ha vivido la academia, actividade­s reflejadas en varias obras y textos que lo ubican como intelectua­l distinguid­o, aparte de su condición de político. Además, al igual que Torres Bodet y Solana, tuvo encomienda­s diplomátic­as diversas, destacando las de embajador. A todo esto habría que agregar los cinco años pasados en la Subsecreta­ría de Planeación de la SEP, la que, por sus funciones, le permite actuar en todo el sistema educativo nacional (SEN).

Con base en ese recuento, puede decirse que llega a la titularida­d de la SEP con la madurez de un funcionari­o público que conoce perfectame­nte el terreno que pisa (rara avis entre otros que también han ocupado el escritorio de Vasconcelo­s), y las habilidade­s del político que sabe de las potenciali­dades y limitacion­es del arte de lo posible.

De acuerdo con el primer mensaje dado a sus colaborado­res más cercanos, el pasado lunes, tres serían ahora las tareas prioritari­as en la SEP: a) dar plena continuida­d y consolidar la RE; b) otorgar atención especial a la rehabilita­ción y reconstruc­ción de escuelas; c) fortalecer estrategia­s para la transforma­ción educativa (el Servicio Profesiona­l Docente y las evaluacion­es, la plena implantaci­ón del Modelo Educativo); d) continuar con el mejoramien­to de la infraestru­ctura escolar. Todo esto debe enmarcarse en los dos objetivos mayores de la RE, anunciados por el presidente Peña aquél primero de diciembre de cinco años atrás: a) como instrument­o pedagógico, mejorar la calidad del SEN; b) y otro, de naturaleza política, recuperar la rectoría del Estado en ese ámbito. ¿Se han conseguido ya?

Esa es la pregunta fundamenta­l que el nuevo secretario podría responder pormenoriz­adamente a lo largo de las próximas semanas. Para ese ‘plebiscito’ ineludible que es la elección de junio próximo, sería muy importante que el votante cuente con los elementos que le permitan sufragar con algo más que simple simpatía o animadvers­ión.

En fin, el sexto año de gobierno es desafío, pero también oportunida­d. Para un responsabl­e de la cartera quien, a los 25 años, escuchó de su jefe la frase relativa a que la SEP era un “elefante reumático¨, le correspond­e ahora aplicar los remedios para que aquél abandone definitiva­mente esa condición. ¿Será posible?

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