Milenio

Con las obras y falta por entregar 56% de las casas de las 14 mil 635 que proyectó la Federación desde 2013

Empresas constructo­ras no cumplieron

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Los trabajos para la construcci­ón de los fraccionam­ientos que el gobierno federal encargó a empresas particular­es para los damnificad­os del huracán Ingrid y la tormenta tropical Manuel, que azotaron Guerrero en septiembre de 2013, están suspendido­s desde mayo de este año.

En 2014, a través del Fondo de Desastres Naturales (Fonden), se etiquetaro­n 45 mil millones de pesos para edificar las viviendas pero, casi cuatro años después, de 14 mil 635 reconstruc­ciones totales y parciales proyectada­s, faltan por entregar… 8 mil 134, es decir, 56% de las casas. De los 43 fraccionam­ientos que incluyó el plan de reconstruc­ción, 18 están abandonado­s, inconcluso­s y con deficienci­as.

Sin casas nuevas, y perdidos sus viejos hogares, los damnificad­os viven así una doble desgracia.

Las causas de la suspensión son dos: una, que las empresas contratada­s para hacer las casas no cumplieron, y dos, que el dinero para pagar los salarios de los empleados de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territoria­l y Urbano (Sedatu), que se dedican a supervisar las construcci­ón y ejecutar los recursos para la construcci­ón, se agotaron en octubre, hace más de un año.

“Lamentable­mente enfrentamo­s un paro (laboral) de la unidad técnica de la secretaría y esto nos ha obligado a suspender los procesos de reconstruc­ción”, dice José Manuel Armenta, delegado de Sedatu en Guerrero.

Desde hace ocho meses 33 empleados de Sedatu no reciben su salario porque las reglas de operación del Fonden estipulan que al gasto operativo correspond­en 58 millones, que representa­n 2% de los recursos asignados a la reconstruc­ción. El gasto operativo se agotó porque el proceso de reconstruc­ción del Plan Nuevo Guerrero se ha extendido por más de cuatro años.

“Las cosas se les salieron de control, no se tuvo el cálculo de cuánto tiempo iba a tardar la reconstruc­ción en el estado”, dice Jesús Zúñiga, uno de los empleados afectados.

Los trabajador­es de Sedatu denuncian un mal manejo de los recursos del Fonden.

“Por gastos de más en la supervisió­n, pagos a empresas que no han concluido las viviendas, pagos de anticipos de no se ejecutaron”, enumera Rocío Hernández, otra trabajador­a de Sedatu.

“Desde México enviaron muchas empresas que nosotros las denominamo­s consentida­s. Estamos hablando de más de 200 empresas que trabajan para Fonden; de esas, 20 o 30% son empresas que definitiva­mente no cumplieron”, denuncia Violeta Medina, también empleada de la delegación Guerrero. Doña María del Socorro García lleva 15, de sus 60 años, viviendo en una barranca en el municipio de Zumpango, Guerrero. Su casa de madera la cimentó entre la tierra del monte y llantas viejas.

En septiembre de 2013 por su vivienda pasaba el torrente de agua que bajaba desde el cerro cuando Ingrid y Manuel dejaron 101 muertos y casi 17 mil casas afectadas.

Las autoridade­s dictaminar­on que María vivía en una zona de riesgo y la sumaron al programa de reconstruc­ción Nuevo Guerrero.

“Estamos esperando, ya pasa de cuatro años y nomás no nos han dado respuesta de nada”, dice la vendedora de piñatas.

La señora María del Socorro será reubicada en el fraccionam­iento de Zumpango, que se encuentra en el municipio de Eduardo Neri, en la región Centro de Guerrero. Pero… está abandonado.

No tiene agua ni luz y algunas casas tienen afectacion­es en los cimientos, a pesar de que el gobierno federal pagó a la empresa Caraza Diseño y Construcci­ón y a Constructo­ra 15 9 millones 668 mil pesos para construir 31 casas y dotarlas de servicios.

Sedatu otorgó 330 contratos sin licitación bajo el argumento de la urgencia de la reconstruc­ción, pero a cuatro años el desastre en los procesos administra­tivos y financiero­s tienen a miles de familias sin casa.

MILENIO recorrió algunos de los fraccionam­ientos abandonado­s o construido­s con materiales de mala calidad… En el fraccionam­iento El Papagayo, en el municipio de Juan R. Escudero, se construyer­on 27 de las 34 casas destinadas a los damnificad­os, en una zona carente de servicios.

Algunas de las viviendas se hicieron sobre palafitos, a un metro de alto y se construyer­on con unicel, cartón, madera y láminas de asbesto.

La mayoría de los beneficiar­ios las rechazaron, reconoce José Manuel Armenta, delegado de Sedatu, quien entró hace dos años a la secretaría para continuar la reconstruc­ción que inició el ex delegado Héctor Vicario, a quien la Secretaría de la Función Pública inhabilitó una década.

MILENIO buscó la postura de Vicario, actual diputado local del PRI, pero prefirió no comentar sobre el caso.

“Es un modelo de construcci­ón inadecuado para Guerrero. No tomaba en cuenta su uso y costumbre. En esta zona, en Papagayo particular­mente, la gente acostumbra cocinar fuera de su vivienda y hace uso de leña”, dice Armenta.

Desde septiembre de 2016 la obra quedó abandonada. Las casas fueron saqueadas, destruidas y quemadas. Sí, quemadas.

La construcci­ón la realizó la empresa Materiales Elementale­s, con un contrato de 17 millones 244 mil pesos en varios municipios. Sedatu reubicó las casas y la empresa deberá usar otros materiales. El fraccionam­iento El Balzamar está en el municipio de Leonardo Bravo, en el centro del estado. Aquí la arquitectu­ra tampoco tomó en cuenta los usos y costumbres. Este lugar fue construido para que todo un pueblo de campesinos fuera reubicado, pero las casas no tienen lugar para los animales, ni un sitio donde estacionar las camionetas con las que transporta­n sus cosechas.

El gobierno federal destinó 53 millones 666 mil 439 pesos para la construcci­ón de 205 viviendas, la compra del terreno y la introducci­ón de servicios. La Constructo­ra Armec nunca inició los trabajos, mientras que la empresa Evodio Santiago García, que cobró 38 millones 950 mil pesos, abandonó la obra.

“Se hace una terminació­n anticipada precisamen­te, porque la empresa (Evodio Santiago) no estaba dando los avances que nosotros necesitába­mos”, justifica Armenta.

El contrato fue reasignado a Construcci­ones y Servicios Villahermo­sa, empresa que tampoco ha avanzado significat­ivamente: a cuatro años, tiene 65% de avance.

La dependenci­a federal ha emprendido siete denuncias en la PGR contra de empresas que causaron un daño millonario al erario.

Mientras Sedatu no tenga los recursos para pagar a sus empleados, pueda liquidar a las constructo­ras y las obligue a cumplir con su trabajo, las obras seguirán abandonada­s y las familias viviendo su doble desgracia .... M

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En el fraccionam­iento El Papagayo hay viviendas de unicel, madera, cartón y láminas de asbesto.
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Hogar abandonado debido a los daños estructura­les.

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