Milenio

Salma y un acoso no contenido

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Leyendo la columna invitada de Salma Hayek llamada, “Harvey Weinstein también fue mi monstruo”, verdaderam­ente me quedé dolida y pensando en muchas cosas. Evidenteme­nte muchas mujeres nos sentimos como Salma. Si sobrevivim­os creemos que no tenemos por qué agregar nada a una conversaci­ón ya muy poderosa. Pero el hecho de que la actriz se diera cuenta que, aunque tuvo la fuerza de decir, citándola “no, no, no y no” a todas las cosas perversas que el productor le pedía (causando una ira sin control, por supuesto) es más que significat­ivo. Y no es porque Weinstein no tenga ya suficiente­s problemas.

Me parece que es por las siguientes razones, ¿Recuerdan cuánta envidia y comentario­s verdaderam­ente despreciab­les generaba la carrera de Salma cuando comenzó a destacar en Hollywood? Yo sí, y siempre me pareció deplorable. Ahora sabemos todavía más de lo que ella tuvo que pasar y creo que en vez de sostener las tonterías de los acomplejad­os (ellos saben quiénes son) deberíamos aplaudir a una mujer quien verdaderam­ente ya no tenía nada más que la verdad y hacer lo correcto al narrar esta historia.

Por otro lado, conociendo a su directora en Frida, Julie Taymor (creadora de la versión escénica de El rey león), debo decir que hay pocas mujeres más formidable­s en este y prácticame­nte cualquier medio en el que podamos pensar. Es la misma mujer que se le enfrentó a Bono por auténticas diferencia­s creativas hace años cuando se montó el musical de Spider Man en Broadway y es quien junto a Salma, a pesar de los gritos, amenazas y agresiones, sostuvo la escénica de la historia que buscaban contar sobre Frida Kahlo. (Weinstein quería quitarle la uniceja porque “no era sexy” y, por supuesto, amenazó a ambas con correrlas del proyecto que Salma había llevado y era el más grande sueño de su vida.

Me parece muy importante que Salma reconozca la capacidad como amante y creador de algunas de las mejores películas de varias décadas a este señor, aunque eso solo lo hace peor. Nos deja aterrados de saber que alguien con la sensibilid­ad de hacer gran arte es absolutame­nte un gran monstruo a la vez. Sigo sin respuestas de cómo pueden convivir ambas cosas en un ser humano, pero cada vez es más claro que ocurre.

LO MÁS IMPORTANTE – Pareciera que la gente se está acostumbra­ndo a estas denuncias por la impresiona­nte cantidad de ellas. Muchos han dicho, “bueno, eso es el Hollywood”. Salma nos recuerda con valor, certeza y claridad que el presidente de Estados Unidos no solo tiene una enorme serie de denuncias en su contra de este tipo, sino que lo ha confesado (cuando no sabía que tenía el micrófono prendido). Pasa en Hollywood, pasa en cualquier oficina y pasa en los gobiernos del mundo. No nos quedemos solo viendo al cine. La idea es que salir y contar las cosas que más duelen sirva para hacer un verdadero cambio. Y si es en lo más alto de ciertos gobiernos, mucho mejor. ¡Bravo, Salma! ¿Harvey lo niega? ¡Que alguien me explique! ¿Cómo le pido a mi corrector de la computador­a que deje de cambiar Weinstein por Einstein? Francament­e un tanto ofensivo para el gran científico.

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