Legalizan la guerra contra el narco
PRI, Verde, Panal, panistas calderonistas y algunos de Encuentro Social aprueban en el Senado y Cámara de Diputados la ley de seguridad interior, que implica legalizar una guerra que ha producido casi un cuarto de millón de muertos, decenas de miles de desaparecidos e intervenciones del Ejército en Tlatlaya, Apatzingán, Nochixtlán, Temixco y otras poblaciones donde se dieron actos arbitrarios que produjeron muertos probablemente ejecutados.
Una estrategia fracasada contra la denominada delincuencia organizada fue avalada con esta ley de seguridad interior, ningún orador argumentó a favor de legalizar las drogas, ni siquiera las llamadas de uso medicinal.
Violentar los derechos humanos de millones y causar cientos de miles de muertos, decenas de miles de desaparecidos persiguiendo a bandas de narcotraficantes, mientras en Estados Unidos avanza el proceso de legalización de las drogas, significa que hacemos una guerra donde los muertos están en México y los consumidores mayoritarios en Estados Unidos, donde pueden cada día más adquirir y consumir drogas legalmente. Es una estupidez criminal.
Es muy sintomático que la presión de las fuerzas armadas haya vencido a los organismos internacionales como ONU, OEA, universidades mexicanas, cientos de miles de personas y haya sometido a los senadores y diputados para imponer una ley que defendió sin rubor alguno Enrique Peña Nieto.
La gravedad de la ley de seguridad interior rebasa a las estridentes, grotescas y eternas “denuncias” de los que siempre recurren a ese “estilo” y se vuelven cómplices de las políticas que dicen combatir, aplican aquello de “ahí viene el lobo, ahí viene...” y cuando llega… todo se desvanece.
Este proceso hace evidente la debilidad del sistema político mexicano, basado en el monopolio de los partidos: la partidocracia. Con ese modelo en decadencia es casi imposible frenar las tentaciones de restauración autoritaria. Sirve para realizar una simulación democrática, donde prevalece la norma de un bazar.
No es extraño en ese modelo de simulación presenciar las aberraciones que estamos viendo en las coaliciones, frentes y alianzas.
Los partidos engañan, son lo contrario de lo que dicen. M