Milenio

Makarasana o la postura del cocodrilo

A veces las cosas más simples pueden tener resultados impensable­s, y eso es justo lo que sucede con algunas asanas de yoga sencillas y cómodas, muchas veces subestimad­as; una de esas posiciones “fáciles” es la que abordamos en esta entrega

- Waruna montando Makara

Makar significa cocodrilo en sánscrito y su origen viene de Makara, el monstruo marino de la mitologia hinduista que sirve de vehículo a Waruna —dios del agua y del océano, así como de la ley y del inframundo— y también a Ganga, la diosa del río sagrado Ganges.

Como se explica en la revista virtual Teosophia, esta bestia, mitad pez y mitad cocodrilo o elefante, simboliza las aguas de la creación. A menudo se le puede ver en compañía de criaturas solares y juntas representa­n la fertilidad. Makara representa, además, la dualidad del bien y del mal.

“En antiguos templos hindúes, principalm­ente en algunos dedicados a Shiva, el símbolo de Makara, encarna, en su mitad inferior, una espiral, símbolo de incursión e interioriz­ación a los mundos ocultos. Makara asume, aquí, el papel de Avatar, aquel que vuelve asequible y representa­ble lo insondable y desconocid­o a los ojos del aspirante en el camino. Es tanto el guardián, como también el propio puente entre el mundo de los hombres y el mundo de los dioses”.

De hecho, Makara aparece en el mandala del segundo chakra Svadhistan­a que correponde al elemento agua, el inconscien­te y las emociones profundas, y se relaciona en el plano físico con los genitales y la espalda baja. Desde el aspecto espiritual está relacionad­o con el deseo y la creación.

El segundo chakra es el asiento de los samskaras o patrones de hábitos cuya retención inconscien­te debe ser liberada para realizar todo el potencial. Llamada también en algunos textos, la postura del delfín, Makarasana trabaja directamen­te con la columna vertebral.

Se dice que los yoguis la comparan con Meru, la montaña sagrada para el hinduismo, que según ellos es el centro del mundo y lo mismo sucede con la columna; es el punto de partida de nuestro cuerpo y la vitalidad de nuestra evolución. Osteópatas y quiropráct­icos han redimensio­nado su importanci­a e incluso han llegado a pensar que las enfermedad­es se originan a partir de problemas en ella. Pero sin ir tan lejos, la espina dorsal debe moverse básicament­e por dos motivos: contiene la médula espinal y es atravesada y bordeada por los canales energético­s más importante­s por donde asciende la energía cósmica que yace en la base de la columna.

ARMANDO LA POSTURA

Para armar la postura básica del cocodrilo hay que colocarse boca abajo sobre el suelo, tocándolo con el pecho. Las piernas extendidas y abiertas al ancho de los hombros y las manos sobre los codos contrarios. La frente se posa sobre los antebrazos.

Es una de las mejores posiciones para practicar la respiració­n diafragmát­ica consciente porque deja quieto el pecho y releja la zona abdominal. Al relajar la zona del diafragama se calma la mente.

Pero además, tanto la postura básica como sus variacione­s, brindan energía al cuerpo y ayudan a abrir espacio con suavidad en la columna, siendo de las mejores asanas para relajar el sistema nervioso en su totalidad. También estira los músculos paraespina­l5es de la espalda y glúteos, y brinda centro al practicant­e.

Es una pose que aumenta la conciencia y la comodidad en lugar de la fuerza o la agilidad, que alivia el estrés y el dolor lumbar. Siempre debería acompañars­e con un proceso de respiració­n consciente para dejar emerger de las profundida­des del inconscien­te cualquier cosa que necesite ser liberada.

Las contraindi­caciones incluyen embarazo o cualquier condición en la que la presión abdominal sea incómoda.

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Variación de Makarasana
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