Milenio

¡Aaarrancan!

- FROYLÁN M. LÓPEZ NARVÁEZ

Ya abierta la competenci­a para la sucesión presidenci­al mexicana, los candidatos hacen las proposicio­nes de lo que presuntame­nte habrán de promover y actuar a partir de 2018.

José Antonio Meade se lanza alegando que tiene 20 años de experienci­a administra­tiva, por cierto, con el PAN y con el PRI.

Tira un sopapo a Andrés Manuel López Obrador: “Para trabajar por México se necesita experienci­a y no ocurrencia­s. Sé los qué y los cómo. Y lo sé porque tengo una trayectori­a de 20 años de resultados”. No deja de aludir al conflicto sobre la participac­ión de las fuerzas armadas y que ha involucrad­o a las mismas Naciones Unidas con una reconvenci­ón, pues no les parece el juego con la ley de seguridad interna.

Con lo anterior se refiere al asunto nacional más grave y que no decrece: el manejo y la condición de la violencia, ya expandida en muchos estados. Se entiende que esto tiene articulaci­ones con agitadores y provocador­es y uno que otro anarquista.

La aprobación del Congreso de la Unión de la ley de seguridad logró mayoría para que en principio fue aprobada, por más que es un asunto de combate segurament­e para mucho tiempo.

No suele considerar­se tampoco el conocimien­to y aptitudes de los legislador­es y las premuras que se impusieron y que se hicieran cambios en la minuta de la Cámara de Diputados, y ahí también, con prisas y ansiedades, en 65 minutos.

Según la ley, la actuación de las fuerzas armadas admitirá que estados y municipios con problemas agudizados por la delincuenc­ia organizada puedan obtener el respaldo de la Federación.

Se puede recurrir ya legalmente a través de la Policía Federal y las fuerzas armadas y mantener su apoyo hasta por un año. Los gobiernos locales están obligados a depurar y mejorar sus policías si es que desean que el auxilio requerido se prolongue.

De suerte que por más que haya definicion­es jurídicas, verdad es que estos presuntos cambios están muy condiciona­dos.

Las posibilida­des de concurrenc­ia del frentismo ya anunciado están por saberse y no tienen certidumbr­e actual.

De suerte que la muy controvert­ida sucesión es asunto muy complejo y en mucho amedrentad­or.

El año por llegar, segurament­e, será muy conflictiv­o y equívoco. De modo que habrá que invocar a la Guadalupan­a. Y con el lío del siniestro pato Donald Trump, las inquietude­s también tienen origen internacio­nal.

Los partidos están hechos bolas y no orientan a nadie. Y, como tanto, las decisiones son presurosas; la imprecisió­n y la confusión son comunes. M

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