Compañeros de cama
No entiendo a quien se atraganta porque el PRD y el PAN van juntos, o porque Morena se casó —por la Iglesia— con el PES. Vaya, hasta ahora pocos se asombran de que el partido ecológico se haya aliado fiel y repetidamente con la dictadura que depredó por décadas nuestros recursos naturales, y yo no encuentro diferencias entre éstos y los anteriores.
Es bien sabido que el PRI nació para que el poder en el México posrevolucionario cambiara de manos, siempre dentro de una misma camarilla, sin necesidad de recurrir a los desestabilizadores golpes armados; pedirle una ideología coherente al partido que albergó tanto a Salinas como a Echeverría es un ejercicio inútil. Del Verde basta recordar las grabaciones donde el júnior negocia unos permisos de construcción en zonas protegidas a cambio de 2 millones de verdes (ah, ahora entiendo el nombre).
Nuestros partidos de izquierda fueron incubados —al menos los que no salieron del rencor tras el negado hueso ni los que fueron fondeados por el PRI para dispersar a los auténticos— alrededor de ideas alusivas al bien común: otrora guerrilleros, activistas de los que se jugaban el pellejo por salir a la calle y académicos con una auténtica visión social. Asimismo, el de derecha nació de la reivindicación del humanismo individualista, conservador e ilustrado, abrazado por Gómez Morín. Desde sus respectivas concepciones de Estado y de patria luchaban implacablemente contra la dictadura y la corrupción, pagando con creces el desafío.
Pero esto fue en una galaxia muy, muy lejana: menos que nada tienen que ver los anteriores con especímenes como Fernández Noroña o Fernando Larrazábal. Porque hoy izquierda y derecha son trincheras gremiales adoptadas por ciudadanos educados en Facebook, reactivos al pensamiento crítico y al debate, atornillados como a equipos de futbol a una u otra etiqueta políticamente chic: López Obrador justifica la amenazante ley de seguridad interior porque, en su república amorosa, izquierdista, guadalupana y juarista, “nunca dará una orden a las fuerzas armadas para reprimir al pueblo”. A sus acólitos no parece molestarles que acepte sin chistar la estructura que lo permite de facto y de jure.
¿Cuál contradicción? M