Extraordinario
La falta de sensibilidad en la sociedad
El cine, establecen los clásicos, es un reflejo de la realidad. Pocas veces como en la cinta que ahora nos atañe, esto resulta absolutamente cierto.
Extraordinario es una película que plantea la vida de August (Jacob Tremblay), un pequeño que nace con una deformidad en la cara, que le ha impedido llevar una vida social en plenitud; de hecho, su madre Isabel (Julia Roberts) ha fungido como institutriz personal del pequeño, por lo que aún en su reclusión adquirió conocimientos para su desarrollo cognitivo.
El padre, Nate (Owen Wilson) y su hermana Via (Izabela Vidovic), complementan a una familia que, al llegar la edad en que August debe cursar quinto grado, toma una decisión atrevida: Auggie debe ir a la escuela.
Por supuesto esto genera una serie de situaciones que, lejos del sentimentalismo barato, esbozan una a una las emociones y decisiones que afectan, directa o indirectamente, no solo a los miembros de la familia, sino también a terceros que, necesariamente, tienen que interactuar con el pequeño.
La cinta debe ser vista por todos aquellos involucrados en el proceso de enseñanza-aprendizaje de un niño, ya que es un fiel reflejo de lo que muchos alumnos viven en sus respectivas casas, y la condición de Auggie no es más que el reflejo de esos estigmas que la sociedad cataloga de “diferentes”, y por tanto, rechaza.
Mucho se habla de que el sistema educativo ha fallado en nuestro país, si bien hay algunos elementos para entender que se trata de un proyecto perfectible, también lo es que cada uno de los actores debe asumir las responsabilidades que le tocan.
Todo comienza en casa, y cada padre o madre de familia tienen que entender que para que un chico tenga éxito en la vida, hay dos reglas de oro: hay que estar, y hay que dar tiempo de calidad.
Es imposible que cualquier estudiante, con o sin problemas, logre destacar si se le deja a la buena de Dios; hay que saber con quién convive, cuáles son sus tareas, cuáles son sus gustos y necesidades. De no hacerlo, lo estamos condenando a una vida sin aspiraciones.
Otro punto abordado; no por privilegiar a un hijo con “problemas” se debe abandonar a los hermanos, cada cosa debe estar en su sitio, porque tan grave es no atender el asunto que genera conflicto, como lo es mantener la armonía y la estabilidad de una familia. Nunca un hijo debe ser más importante que otro, sin importar las condiciones. Basta que alguno de los retoños suponga que está siendo desdeñado, para que su sentir, su conducta y su percepción de la vida se modifiquen. ¡Cuidado con esto! La forma en que la cinta maneja el
bullying me parece muy atinada, pues no solo es el maltrato de los compañeros, quienes le llaman “monstruo”, sino la perversa forma de ser de los padres; podremos ver como en algún momento la madre de uno de los agresores es capaz de cuestionar la decisión de Mr. Tushman, Director de la escuela (Mandy Patinkin), por suspender a uno de estos niños agresores; no obstante mostrar la evidencia, contundente, del proceder de ese niño, sus padres muestran poca sensibilidad y dejan claro que ellos mismos han sido quienes han permeado ese tipo de “valores”. ¿Cuántas veces hemos visto esto?
Finalmente, se plantea un escenario posible, en el que el esfuerzo paga positivamente y es capaz de romper paradigmas en aras de la construcción de verdaderas sociedades armónicas.
Insisto, pocas veces una cinta resulta tan explícita; en la que cada quien deberá mirarla desde el rol que le toque participar. Es muy cómodo para todos culpar al sistema porque las cosas no salen, mirando la paja en el ojo ajeno; o aprendemos que todos estamos en el mismo barco o simplemente no estaremos en condiciones de reclamar absolutamente nada. Padres de familia, autoridades escolares y alumnos, sin importar el nivel, somos co-responsables de hacer que las cosas pasen, ya basta de quedarnos en una placentera zona de confort; es tiempo de revertir la vorágine de violencia y falta de valores que está destruyendo lo poco que nos queda de sociedad.
Lo Extraordinario sería que quisiéramos ser diferentes: lo ordinario resulta para muchos más disfrutable, ¡Lástima!