Quien este año retornó a la música con el disco habla del vacío espiritual en que cayó y lo hizo hacer una pausa en su carrera, de su defensa del romanticismo y de que 2017 fue un año de grandes encuentros.
El cantante, Prometo,
Pablo Alborán apenas tiene unos meses de haber salido de su retiro voluntario de dos años y el estreno de su disco Prometo y la preparación de la gira que lo llevará por diversas ciudades a partir de marzo ya lo han vuelto a poner en un remolino.
Sin embargo, el cantautor asegura que el receso le sirvió “para tener otra perspectiva de la vida”, por lo que se ha prometido asimismo “disfrutar de cada momento”, aun cuando su perfeccionismo nato siempre lo hace caer en el exceso.
El malaguense apenas se sienta frente al póster que reproduce su imagen con la que se ilustra su producción musical, y de inmediato hace gala de su educación y amabilidad, al ofrecer “un agua, un café, un refresco”, en el elegante salón del Hotel St Regis, donde se efectúa la entrevista. En los dos años de pausa que hiciste, ¿qué pensaste en ese tiempo, qué pensaste que sí tenías y qué te faltaba… considerando en el sueño de ese pequeño que a los 7 años cantaba en un restaurante flamenco en Málaga? Yo paré porque sentía que quería llorar y no podía llorar, quería reír y no podía reír; quería escribir y no tenía nada que contar. A la hora de agarrar la guitarra o agarrar el piano tenía los mismos hábitos, me estaba, incluso, hasta copiando a mí mismo. Y una vez lo dijo Shakira hace muchos años: ´lo peor que te puede pasar es copiarte a ti mismo’.
Sentía que cuando bajaba a Málaga, mi tierra, solo quería estar en mi casa, encerrado, no quería nada. Y ahí dije: ‘esto no está bien’. Daba mis conciertos y era lo mismo, no sentía que hubiera emoción.
Ahora, estoy con la prensa, en una conferencia, y agarro el piano y desde la primera nota que toco, me olvido de donde estoy e intento conectar conmigo para que la gente también conecte conmigo.
No perdí nada en sí, pero si sentí que me perdí ciertas conversaciones con mi familia. Yo jamás les pregunté, cómo se tomaron ellos todo lo que me había pasado a mí. Y por eso era momento de regresar a casa y de tener conversaciones con mis hermanos, con mi madre, con mi padre, con mis tíos, con mis tías, con mis primos; estaba metido en una vorágine sin parar y nunca me había preguntado qué les había pasado a ellos. Tu nuevo disco se llama Prometo al igual que la gira que te llevará a diversas ciudades a partir de marzo, ¿hay algo que con la nueva perspectiva que tienes de la vida te hayas prometido a ti mismo? Prometo hacer música hasta mi muerte, eso lo tengo ya clarísimo, es la única verdad que tengo muy clara. Me prometo a mí mismo que me voy a querer, que voy a cuidarme, que voy a disfrutar de cada paso, porque esta profesión es para disfrutarse, para compartirla. Y prometo tener la cabeza donde tengo el cuerpo. Porque soy muy perfeccionista y muy calculador, y siempre quiero que todo esté bien, que todo esté perfecto. Pero hay un momento en que algo te dice: ‘disfruta. Porque esto se va.
Este disco trae mucha influencia latinoamericana, sonidos nuevos, mucho romanticismo, mucha emoción, mucha intensidad, mucha honestidad; en algunos temas mucha sencillez, y en otros, hay gran influencia de la música rítmica, de sonidos electrónicos. Tengo colaboraciones, una con Alejandro Sanz en “Boca de hule”, que es la canción más social; entonces, también me he prometido disfrutar cada experiencia. Eres muy joven y el romanticismo es una palabra que nació contigo o más bien tú naciste con ella como cantautor… ¿qué te inspira? Parte de una necesidad, necesito hablar de mis anhelos, de mis errores; la música para mí es una cura, es una terapia, no es solo una diversión. Entonces, cuando escribo, la primera palabra que escribo es para mí. Es como un desahogo, es como vosotros los periodistas, cuando escribís, no sé si escribís cosas vuestras, personales para olvidarse de los problemas, para el desfogue, da igual que si lo lee alguien o no. Yo, una vez que propongo la música, que la expongo, que la vendo, ya uno apetece que la gente se sienta identificada, y te das cuenta que la gente tiene una gran necesidad de emociones, de amor, y no solo de eso; aunque primero, el amor es lo que mueve al mundo; y segundo, necesitamos ayuda muchas veces para pedir perdón, para decir: ‘te he echado de menos, para decir: ’eres la única persona a la que quiero en mi vida, o ’ya no te quiero más en mi vida’ o ‘ahora me voy a querer yo’. Hay veces que necesitamos esos conductos y la música para mí lo es, siempre lo ha sido. ¿Qué opinas de la música urbana que tan de moda está, especialmente en los jóvenes como tú? No hay que obsesionarse. ¡Viva la música urbana! Siempre y cuando haya respeto, todo depende de la letra, se puede hacer música urbana hablando de emociones, se puede hacer música urbana, nada está reñido; no tiene por qué separarse una cosa de la otra, todo son emociones.
No puedo decir mucho, pero habrá sorpresas con la música, urbana. Yo apuesto por la mezcla y por el aprendizaje, siempre y cuando se aprenda de la persona con la que vas a colaborar. ¡Bienvenido sea!. Da igual el estilo, siempre y cuando haya respeto y emoción en la letra. Después de la pausa que hiciste vuelves a meterte en el remolino, a partir de tu nuevo disco y de la gira que te espera, pero estamos hablando de otro Pablo, ya tienes una experiencia, ya sabes todo lo que implica, esa vorágine, como la llamas tú, ¿cómo la llevarás para no caer en esa sensación de vacío que te llevo a parar? Pues exactamente igual, la verdad, ayer me levanté un tanto desganado, esta mañana me levanté bien, pero no todos los días te levantas bien; y a todos nos pasa lo mismo, hay un momento en el que dices clic. Esta mañana tuve mis diez minutos para pensar: ‘Dios mío, me tengo que ir a Colombia, tengo que ir a Chile, tengo que ir a Argentina, a España…’ y de repente dije: ‘ayyyy ayyy ayyy’ y precisamente paré por eso, no por las fechas, si no por lo que estaba en mi cabeza.
Entonces, sí, efectivamente hay un nuevo Pablo (risas) que sigue siendo igual de perfeccionista, de controlador, quiero que todo mundo esté bien.
Pero ahora quiero disfrutar esto y la única manera de disfrutar cada paso es mirando las cosas desde otra perspectiva y disfrutando porque soy un privilegiado, porque trabajo en lo que me gusta, porque a cada sitio que voy me hacen sentir como en casa, y eso hay que valorarlo desde que te levantas hasta que te acuestas.
Pero todo mundo tiene días buenos y días malos, lo que sí es verdad es un propósito que me he hecho, una promesa que me he hecho, que no me voy a dejar comerme a mí mismo, porque al final uno es su peor enemigo siempre. ¿Cómo defines 2017? Como un año de encuentros, encuentros con compañeros de trabajo, que nunca había podido irme a cenar con ellos o ir al cine; este año lo he podido hacer: he podido encontrar amigos en la profesión, que eso es súper importante. También ha sido un año de puro desahogo, en donde aquí está el resultado (su disco); en 2018 la gente lo va a poder ver en la gira que haré, porque va a ser una explosión de ilusión y de energía, y creo que la gente se la va a pasar muy bien.