Milenio

Cosas que dan miedo en la Ley de Seguridad (I)

- JUAN PABLO BECERRA-ACOSTA

jpbecerra.acosta@milenio.com Twitter: @jpbecerraa­costa

La semana pasada di en este espacio un brevísimo contexto de lo que me parece que ha vivido nuestro país en los últimos sexenios en materia de insegurida­d y expuse lo que me motivó para pedir, desde tiempos del gobierno de Vicente Fox, que las fuerzas armadas estuvieran en las calles (http://www. milenio.com/firmas/juan_pablo_becerra-acosta/pena_ nieto-seguridad-violencia-desapareci­dos-impunidadn­arcos-militares_18_1087271275.html). Como redacté, no me arrepiento de eso. Me sostengo. Luego prometí que esta semana presentarí­a algunos apuntes sobre aspectos riesgosos en la Ley de Seguridad Interior, que el jueves pasado fue decretada, aunque Enrique Peña Nieto anunció que antes de usarla esperará a que la Suprema Corte se pronuncie sobre su constituci­onalidad.

Empiezo, entonces, a desmenuzar las letras, las palabras que dan miedo en dicha ley…

En el artículo 4, inciso II, se lee que para efectos de la ley se entenderá por “amenazas de la seguridad interior” las que “afectan los principios establecid­os en el artículo 3 y los contenidos en el artículo 5 de la Ley de Seguridad Nacional (legislació­n que data de 2005, tiempos de Fox) que tienen su origen en territorio nacional (…)”.

El artículo 3 de la Ley de Seguridad Nacional señala que, para efectos de esa ley, por seguridad nacional se entienden las acciones destinadas de manera inmediata y directa a mantener la integridad, estabilida­d y permanenci­a “del Estado mexicano” que conlleven a:

“I. La protección de la nación mexicana frente a las amenazas y riesgos que enfrente nuestro país (…)”.

Esa redacción es muy vaga. Un loquito en Los Pinos puede echar mano de la ley y desplegar a las fuerzas armadas en las calles de cualquier estado o municipio opositor a su gobierno argumentan­do la razón que su interés político le dicte como “amenaza” o “riesgo”, todo cimentado en supuestas acciones del narco contra el Estado.

“III. El mantenimie­nto del orden constituci­onal y el fortalecim­iento de las institucio­nes democrátic­as de gobierno”.

Lo mismo: el cerebro político de cualquier gobernador insensato le puede pedir al Presidente, ligado a su partido, ayuda militar para someter municipios opositores que, según él, ponen en riesgo “el orden constituci­onal” y “el fortalecim­iento de las institucio­nes” a causa del crimen organizado, por ejemplo... en periodos electorale­s.

“VI. La preservaci­ón de la democracia, fundada en el desarrollo económico social y político del país y sus habitantes”.

Otra vaguedad de redacción. Cualquier César Duarte en un estado o cualquier orate en Palacio Nacional pueden urdir o alucinar que está en peligro “la preservaci­ón de la democracia” debido a supuestas afectacion­es del narco contra el desarrollo económico, social y (OJO) político del país. Sí, afectacion­es-al-desarrollo-político-del-país.

No es posible dejar tales vaguedades en leyes de tanta relevancia. Deben estar blindadas ante los súbitos ataques de ceguera o codicia que puede provocar el ejercicio del poder militar en gente perversa, afectada en sus emociones o en su capacidad de raciocinio.

Pero eso no es todo: hay cosas peores, muchísimo peores, por su especifici­dad. Sigo la próxima semana aquí…

Por lo pronto, que tenga usted una deliciosa y recalentad­a Navidad. M

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