El regreso al imperio: Hamilton en Londres
No me pregunten cómo ocurrió, pero mi amiga Linda y yo, quienes estábamos hace poco más de una semana en Londres para entrevistar al brillante Gary Oldman por la cinta de Winston Churchill, conseguimos dos boletos espectaculares para ver Hamilton en el Victoria Palace (antes ahí estuvo por más de una década Billy Elliot). Todavía eran previos, pero uno nunca se hubiera dado cuenta. Y una obsesiva loca como quien les escribe y que ha tenido la oportunidad de ver a los diversos elencos narrar esta historia de la Revolución y el nacimiento de Estados Unidos con el hip hop (y tantos géneros más de Lin-Manuel Miranda) estaba tan nerviosa como si fuese parte de la producción.
A fin de cuentas, los perdedores de esta historia son los ingleses. ¿Cómo lo tomarían? La parte más absurda y divertida es la caricatura que hacen del rey Jorge, quien perdió esa revolución. La historia que narra la historia de los “Padres fundadores” de la patria no omite ni por un momento que la gran mayoría de ellos (no Alexander Hamilton) eran dueños de esclavos al mismo tiempo que escribían documentos en pro de la libertad. Y por supuesto que a estos personajes los siguen interpretando actores afroamericanos, de origen asiático y latinos, sabe un poco más ligero en Londres que en Nueva York. Pero no se pierde.
Igual que no se pierde el inevitable aplauso y gritos de apoyo a la línea que en la Gran Manzana y en Los Ángeles (donde están por terminar esa parte de la gira) donde el evidentemente francés Marques de Lafayette se encuentra al fin con el ambicioso y brillante (aunque muy bocón) Alexander Hamilton, nacido en una isla caribeña en el campo de batalla. Ellos chocan sus palmas y dicen “Inmigrantes, sacamos adelante el trabajo”. Muchos, sin duda, llevaron sus mentes al brexit más que a Trump. Pero igual fue una deliciosa coincidencia. Cuando LinManuel escribió esa línea, jamás hubiera imaginado lo que se nos venía encima.
¿Cómo les explico? Los derrotados de esta historia tienen tan buen sentido del humor y de la historia que la amaron tanto como uno que otro fan loco que hay por el mundo, una en México, sin duda. En MILENIO, para ser exactos. Pero hay dos cosas muy interesantes que descubrí para compartir en estos días de asueto, donde queremos cosas que solo nos hagan sonreír: la primera es que los ingleses que se prepararon haciendo Shakespeare son extraordinarios para rapear. Mejor que los neoyorquinos, por mucho. Todo lo pronuncian perfectamente, es una locura. Llevo dos años escuchando la música (y pena me da decirles cuantas veces me he logrado colar a la obra) pero por primera vez entendí muchas cosas que antes no me caían. Es tanta la información, historia, rimas que sé me seguirá pasando. Pero que bien estuvo dejar que los ingleses me ayudaran con ello.
La otra, es que en la premier del jueves pasado Lin-Manuel dijo exactamente las palabras que le he repetido y repetido a todos los que me preguntan si esta brillante puesta en escena funcionaría en México por ser tan “gringa” según ellos. Él dijo, “Les Miserables no solo trata de un tiempo histórico especifico, que sí, pero eso poco le importa cuando uno se enamora de los personajes”. Estos días vivo rodeada de Jean Valjean, Cósete, Epónima y Javera. Pronto regresarán al teatro mexicano por segunda vez. ¿Qué impide que eso pase en algunos años con Hamilton? El buen teatro, debe ser del mundo.
Bueno, me disculparan si con este texto me di mi propio regalito. Espero que hayan gozado mi emoción también. ¡Felices fiestas!