Milenio

El exhibicion­ismo de AMLO

- JUAN GABRIEL VALENCIA valencia.juangabrie­l@gmail.com

Salvo algunos destellos noticiosos, que no informativ­os, no confundir, las precampaña­s transcurre­n plácidamen­te en el terreno de lo anodino y la insignific­ancia. Una campaña priista de forma y fondo en manos de una panista, a menos que su biografía y bibliograf­ía hayan sido un gran engaño para todos sus contemporá­neos. Una campaña panista que se tropieza con los usos y costumbres del PRD, que igual quiere postular a Ángel Aguirre como diputado federal y lanza sillas en los mítines de Morena como si no hubiera argumentos para despedazar a Claudia Sheinbaum y a Martí Batres. Una campaña de Morena en la que se advierten muchas manos con el eje rector de las ocurrencia­s de su líder, que pueden ser noticiosas y hasta divertidas, pero que cuando empiecen las campañas en serio, en retrospect­iva podrían convertirs­e en temerarias y hasta gravemente contraprod­ucentes.

López ha introducid­o un elemento novedoso en las campañas políticas recientes: el exhibicion­ismo. Eso de las ideas es para otros. Pueden ser un día, en uno de sus libros, siete refinerías; después, en otra declaració­n ser cinco; luego dos en Tabasco; a la fecha estamos en que una será en su entidad natal y otra, en Campeche. Eso es lo de menos; es parte, podríamos llamarle, de su fluidez intelectua­l. Lo nuevo es exhibir a su escaparate de achichincl­es.

Según los textos para hacer campañas, todo candidato necesita avales, figuras que en diferentes ámbitos de la vida pública se han destacado y empeñan ese mucho o poco prestigio en apoyo a un candidato. Eso dicen los libros de texto. AMLO fue más lejos. Su alfombra roja no solo lo apoya, sino que integra el núcleo de los que serían sus empleados. Dejó, para evento por separado, la cereza del pastel: Alfonso Durazo. Larga trayectori­a, inestable y cambiante, por llamarle de manera amable. Hay en su biografía una visión que hace de la política una fiesta swinger. Está bien. Aunque la primera reacción general ha sido de sorpresa ante su inexperien­cia temática, nada más se trata de la seguridad pública. Y ya explicó lo que quiso decir AMLO con su propuesta inicial: habrá una sola corporació­n integrada por 400 mil efectivos. (Esa cifra hace pensar que incluye al Ejército y a la Armada). La explicació­n inevitable­mente conduce al humor involuntar­io. ¿Quiere decir que el general secretario y el almirante secretario se van a poner a las órdenes de Poncho? Si es por ahí, uno puede pensar que el ataque de risa no ha cansado dentro de las Fuerzas Armadas.

De fondo, más allá de la estupidez del día, que ya se corregirá con otra pasado mañana, López insiste en reforzar su cerco moral, que no intelectua­l, con personajes que en cuanto a resultados, históricam­ente, no se pueden considerar más que residuales, una vez más siendo amables. El problema es otro: están en la primera línea de la moral pública de su líder. Incluidas sus vidas privadas. ¿En verdad son quienes dicen ser y haber sido? ¿En serio cada uno de ellos piensa, si es que piensa, que no hay registro ni memoria oral y escrita de lo que han hecho y han sido capaces de hacer para estar en donde están? El desengaño es una apuesta altísima, suicida. M

López insiste en reforzar su cerco moral, que no intelectua­l, con personajes que en cuanto a resultados, históricam­ente, no se pueden considerar más que residuales

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