El exhibicionismo de AMLO
Salvo algunos destellos noticiosos, que no informativos, no confundir, las precampañas transcurren plácidamente en el terreno de lo anodino y la insignificancia. Una campaña priista de forma y fondo en manos de una panista, a menos que su biografía y bibliografía hayan sido un gran engaño para todos sus contemporáneos. Una campaña panista que se tropieza con los usos y costumbres del PRD, que igual quiere postular a Ángel Aguirre como diputado federal y lanza sillas en los mítines de Morena como si no hubiera argumentos para despedazar a Claudia Sheinbaum y a Martí Batres. Una campaña de Morena en la que se advierten muchas manos con el eje rector de las ocurrencias de su líder, que pueden ser noticiosas y hasta divertidas, pero que cuando empiecen las campañas en serio, en retrospectiva podrían convertirse en temerarias y hasta gravemente contraproducentes.
López ha introducido un elemento novedoso en las campañas políticas recientes: el exhibicionismo. Eso de las ideas es para otros. Pueden ser un día, en uno de sus libros, siete refinerías; después, en otra declaración ser cinco; luego dos en Tabasco; a la fecha estamos en que una será en su entidad natal y otra, en Campeche. Eso es lo de menos; es parte, podríamos llamarle, de su fluidez intelectual. Lo nuevo es exhibir a su escaparate de achichincles.
Según los textos para hacer campañas, todo candidato necesita avales, figuras que en diferentes ámbitos de la vida pública se han destacado y empeñan ese mucho o poco prestigio en apoyo a un candidato. Eso dicen los libros de texto. AMLO fue más lejos. Su alfombra roja no solo lo apoya, sino que integra el núcleo de los que serían sus empleados. Dejó, para evento por separado, la cereza del pastel: Alfonso Durazo. Larga trayectoria, inestable y cambiante, por llamarle de manera amable. Hay en su biografía una visión que hace de la política una fiesta swinger. Está bien. Aunque la primera reacción general ha sido de sorpresa ante su inexperiencia temática, nada más se trata de la seguridad pública. Y ya explicó lo que quiso decir AMLO con su propuesta inicial: habrá una sola corporación integrada por 400 mil efectivos. (Esa cifra hace pensar que incluye al Ejército y a la Armada). La explicación inevitablemente conduce al humor involuntario. ¿Quiere decir que el general secretario y el almirante secretario se van a poner a las órdenes de Poncho? Si es por ahí, uno puede pensar que el ataque de risa no ha cansado dentro de las Fuerzas Armadas.
De fondo, más allá de la estupidez del día, que ya se corregirá con otra pasado mañana, López insiste en reforzar su cerco moral, que no intelectual, con personajes que en cuanto a resultados, históricamente, no se pueden considerar más que residuales, una vez más siendo amables. El problema es otro: están en la primera línea de la moral pública de su líder. Incluidas sus vidas privadas. ¿En verdad son quienes dicen ser y haber sido? ¿En serio cada uno de ellos piensa, si es que piensa, que no hay registro ni memoria oral y escrita de lo que han hecho y han sido capaces de hacer para estar en donde están? El desengaño es una apuesta altísima, suicida. M
López insiste en reforzar su cerco moral, que no intelectual, con personajes que en cuanto a resultados, históricamente, no se pueden considerar más que residuales