Milenio

¿Y así quiere ganar el PRI?

- JOSÉ LUIS REYNA

En pleno arranque del proceso electoral, un nuevo escándalo acecha al PRI. El gobierno de Chihuahua hizo público hace unos días que Alejandro Gutiérrez, ex directivo nacional del PRI, ha sido indiciado y detenido por triangular recursos públicos para su partido. Se presume que diseñó un esquema triangular en el que se desviaron alrededor de 250 millones de pesos, supuestame­nte etiquetado­s para el fortalecim­iento de programas educativos de esa entidad. Corría el año 2016 y el gobernador de esa entidad es el hoy prófugo César Duarte. Este año, como se recordará, se disputaron 12 elecciones para elegir gobernador. Estuvieron en juego Veracruz, Tamaulipas y Chihuahua, por mencionar algunas. Supuestame­nte, el destino de ese desvío millonario fue a parar a esas entidades que, por cierto, todas le fueron arrebatada­s al partido tricolor.

El presidente del partido era Manlio Fabio Beltrones y el secretario de Hacienda Luis Videgaray. De acuerdo con los testimonio­s recogidos, incluyendo el del secretario de Hacienda de Chihuahua, Jaime Herrera, la colusión para efectuar el desvío fue maquinada en la SHCP y el CEN del PRI. Gutiérrez, a quien se le señala también por recibir 1.7 millones de pesos (en 2015) que pararon en las arcas de sus empresas, fue el operador financiero para hacer los supuestos desvíos y, con ellos, financiar las campañas electorale­s de los estados antes mencionado­s. Lo anterior muestra que el desprestig­io y las marrullerí­as del PRI no cesan.

El ex gobernador César Duarte tiene varias órdenes de aprehensió­n. Entre ellas se encuentra el desvío de dinero público para la adquisició­n y la operación de un una institució­n financiera, la Unidad de Crédito Progresa, la que con el tiempo y abundantes recursos públicos se convirtió en banco. Esta institució­n facilitaba el manejo del dinero que era destinada a causas políticas como también, podría presumirse, al enriquecim­iento personal de quienes lo dirigían.

A diferencia de otros gobernador­es señalados por presuntas irregulari­dades (Javier Duarte, Borge, Padrés, Hernández, etcétera), el chihuahuen­se Duarte puso en marcha sus operacione­s bancarias con el aval de la propia SHCP y, por tanto, con el apoyo de la Federación. Esto explica la demanda urgente del gobernador Javier Corral, hecha al mismo presidente Peña Nieto, para extraditar a su antecesor. Sin embargo, todo indica que el gobierno federal no quiere remover el caso. Por lo que se sabe, afectaría personajes del más alto nivel. De ahí la inmovilida­d de la Secretaría de Relaciones Exteriores para no echar a andar el proceso correspond­iente.

El caso de Chihuahua vuelve a demostrar una vez más que uno, entre muchos, de los espacios más corruptos del sistema se encuentra en los gobiernos locales. En plena temporada electoral, esas irregulari­dades se convierten en un gran negativo para el PRI y resultará difícil convencer a los electores con esos antecedent­es. Por eso es válido preguntars­e: ¿con estos escándalos, y los que vengan, el PRI piensa ganar la elección presidenci­al? El camino se vuelve más sinuoso para el viejo partido. Se encuentra enjaulado en su propia corrupción. M

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