EL MANUBRIO
El colapso del nuevo aeropuerto
La movilidad es demasiado importante para dejarla solo en manos de los ingenieros viales y los expertos en transporte, porque durante décadas estos han diseñado y construido con un modelo en mente, el del automóvil privado.
Eso está sucediendo con el Nuevo Aeropuerto Internacional de México, donde el diseño privilegia al transporte privado con la construcción de un estacionamiento masivo para 20 mil vehículos y 12 grandes vialidades para conectarlo.
Ya nos pasó con el actual aeropuerto de Ciudad de México y aún podemos evitar que nos pase con el nuevo.
Hoy en día llegar al aeropuerto Benito Juárez resulta una odisea debido al tráfico.
Tiene más de 4 mil 400 lugares de estacionamiento y su saturación aérea se corresponde con la saturación de sus vías de acceso. Es el tráfico inducido, como llaman los expertos al fenómeno que producen la oferta de vialidades y cajones, a mayor cantidad de ellos, más vehículos atraídos.
Lo mismo va a pasar con el nuevo aeropuerto, donde el transporte público se quedó para el final. Hasta ahora, la posibilidad de construir un tren exprés desde la terminal de Observatorio pasando por el centro de la capital es un mero proyecto, apenas en estudio, lo mismo que los autobuses rápidos.
En contraste, las nuevas carreteras y la ampliación de las actuales están en marcha. Así, es difícil que para 2020, cuando se inaugure la primera fase, tengamos ya el tren exprés.
Expertos del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco) estiman que el tren costará al menos 10 por ciento del presupuesto total del nuevo aeropuerto, por lo que urge diseñar el modelo de financiamiento de esa opción de transporte o se quedará en mero proyecto.
Faltan también los proyectos para las líneas de autobuses de rápidos y la ampliación del Metro, además de reducir las dimensiones del estacionamiento masivo.
También se requiere que el Centro de transporte Terrestre del NAIM tenga al transporte público como prioridad. Tan fácil debe ser llegar a la terminal en tren o autobús, como en automóvil.
Hay tiempo para evitar el colapso, solo falta cambiar prioridades.M