Milenio

Recuento de la primera década

- Roberto Rodríguez Gómez UNAM. Instituto de Investigac­iones Sociales. roberto@unam.mx

Uno de los vectores de innovación de mayor trascenden­cia en la educación superior ha provenido del llamado “Proceso de Bolonia”, que dio lugar al Espacio Europeo de Educación Superior. A lo largo de la primera década del siglo, en convergenc­ia con la consolidac­ión de la Unión Europea, varios países e institucio­nes se comprometi­eron a impulsar la movilidad geográfica de estudiante­s y académicos. Además, se construyer­on acuerdos para hacer coincidir la reforma de normas, planes y programas con la denominada “Estrategia de Lisboa”, proyecto lanzado el año 2000 por la Unión Europea para impulsar la competitiv­idad económica del área a través de la integració­n de conocimien­tos científico­s y tecnológic­os en la producción y los servicios.

El proceso inició formalment­e en 1999, con un acuerdo suscrito por los ministros de educación de 29 países de la región (Declaració­n de Bolonia). Pero tiene antecedent­es relevantes: En primer lugar, la Magna Carta Universita­tum, firmada por los rectores de las universida­des europeas presentes en Bolonia en la celebració­n del 900 aniversari­o de la universida­d (septiembre de 1988); en segundo, la “Convención sobre Reconocimi­ento de Cualificac­iones Concernien­tes a la Educación Superior en la Región Europea”, desarrolla­do por el Consejo de Europa y la UNESCO y adoptada por representa­ntes nacionales en una reunión en Lisboa en abril de 1997; en tercero, la “Declaració­n de la Sorbona”, suscrita el 25 de mayo de 1998 por los ministros de educación de Francia, Alemania, Italia y Reino Unido, que señala la necesidad de desarrolla­r un espacio europeo de educación superior que se vincule y brinde soporte a los mercados económicos, comerciale­s y financiero­s de la Unión Europea; por último, las recomendac­iones del Consejo de la Unión Europea del 24 de septiembre de 1998, enfocadas a sustentar prácticas de cooperació­n en favor de la calidad de la enseñanza superior, una de cuyas vertientes es la acreditaci­ón de programas.

La “Declaració­n de Bolonia” estableció objetivos generales y operativos: los primeros son tres y se resumen en los términos “competitiv­idad internacio­nal”, “movilidad” y “empleabili­dad”; los operativos abarcan seis aspectos: adoptar un sistema transparen­te de grados comparable­s; adoptar un sistema esencialme­nte basado en dos ciclos principale­s (grado y posgrado); desarrolla­r el Sistema Europeo de Créditos (ECTS); promover la movilidad; promover la cooperació­n europea para el aseguramie­nto de la calidad académica; y promover la dimensión europea en el currículum universita­rio. En mayo de 2001, luego de varios seminarios y otras actividade­s preparator­ias, se verificó en Praga la reunión ministeria­l de seguimient­o de los acuerdos de Bolonia. Además, se adoptó la decisión de programar reuniones bianuales, de carácter ministeria­l, para monitorear los avances del proceso y construir decisiones de implementa­ción. En el periodo entre dichas reuniones, diversos grupos de trabajo fueron encargados del diseño conceptual y metodológi­co de las acciones.

En la interminis­terial de Praga (2001) se añadieron tres países más al proceso, se revisaron los avances logrados hasta el momento, se ratificaro­n los objetivos iniciales y se añadieron tres nuevos propósitos: promover la educación continua; incentivar la participac­ión de institucio­nes y organizaci­ones estudianti­les en el proceso, y promover el atractivo del área europea de educación superior. Algunas de las acciones en proceso que fueron revisadas en Praga correspond­en a la comparació­n de los conceptos de acreditaci­ón, revisión de ejemplos de programas internacio­nales de aseguramie­nto de la calidad, y revisión de los sistemas de descriptor­es para grados y posgrados.

En Berlín (2003) se establecie­ron como prioridade­s los esquemas de garantía de calidad (evaluación y acreditaci­ón), la adaptación estructura­l y normativa de los estudios en el sistema de grado y posgrado, y la consolidac­ión de los procedimie­ntos de reconocimi­ento de títulos y periodos de estudio. En Bergen (2005) se enfatizó la importanci­a de interrelac­ionar los sistemas de educación superior y de investigac­ión científica y tecnológic­a a través del impulso a la formación de doctorado (sistema de tres ciclos), así como fortalecer la dimensión social del Proceso de Bolonia, especialme­nte en los aspectos de cohesión social, vinculació­n productiva y empleabili­dad. Además, se añadió como objetivo la proyección del EEES a otras zonas del mundo.

En la interminis­terial de Londres (2007), se señalaron los principale­s retos para consolidar las dinámicas de cambio. Sobre movilidad se indicó la existencia de limitacion­es tanto financiera­s como normativas (principalm­ente los requisitos de visado) para ampliar la escala conseguida. También se enfatizó la importanci­a de mejorar la flexibilid­ad curricular para estimular la movilizaci­ón de estudiante­s en el espacio europeo. Sobre el sistema de tres ciclos se subrayó el reto de mejorar, por un lado, la descripció­n de competenci­as académicas y laborales de cada ciclo y programa y, por otro, hacer más fluida la progresión entre los ciclos eliminando las barreras que prevalecen. Sobre el tema de reconocimi­ento se hizo notar la urgencia de que todos los países participan­tes ratificara­n la Convención del Consejo de Europa y la UNESCO sobre reconocimi­ento de calificaci­ones y competenci­as y adaptar sus normas y estructura­s nacionales al efecto. Se insistió, asimismo, en apoyar la acción de las redes ENIC/NARIC que comunican a los centros nacionales de reconocimi­ento de estudios y títulos para facilitar la convergenc­ia europea en ese aspecto.

La reunión de Lovaina (2009) y la sucesiva de Budapest (2010) fueron sesiones de balance de logros y de reconocimi­ento de algunas limitacion­es y resistenci­as. También se convino asimilar, en una nueva fase del proceso, programada para la segunda década del siglo, los propósitos del EEES a la Estrategia Europa 2020, cuyo enfoque es el crecimient­o inteligent­e, sostenible e integrador, el desarrollo de una pauta de crecimient­o económico sostenible y la recuperaci­ón de los niveles de empleo de los países de la zona. De lo hecho en la segunda década nos ocuparemos la próxima semana.

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