Milenio

¡Acá las tortas!

- JAIRO CALIXTO ALBARRÁN

Hay pocas cosas que conmuevan tanto a los votantes como saber que los políticos son de carne y hueso aunque carezcan de seso. Que a pesar de vivir una vida de excesos y derroche, de casas blancas y viajes todo pagado, debidament­e aderezadas con empresas fantasma y triangulac­iones que ni la delantera del Barcelona, son seres humanos que sufren y ríen, cantan y lloran como ayer lo hizo en su despedida Osorio Chong. Unos dicen que se va huyendo de la maldad del equipo de Videgaray —que nada más lo humilla (aunque la mayor humillació­n la recibió don Luis cuando Navarrete Prida anunció que no llegaba “a improvisar”)—, otros que se quiere el cobijo del bajo perfil para escapar del señalamien­to de los resentidos sociales que nada más se la pasan recordando que a su paso por la supersecre­taría en vez de bajar la insegurida­d se incrementó de manera exponencia­l.

¡Qué raro! Es como lo que pasó con la inflación, que a pesar de las maravillas de las reformas estruchtur­eichons en vez de inhibirse se desató en el 2017. Cosas tan extrañas como el tremendo caso del peso mexicano, que en este sexenio se devaluó más de 60 por ciento, y todavía Ochoa Reza, el rey del humorismo pando, nos quiere asustar con que, en el eventual caso de que ganara López Obrador, la moneda mexicana se devaluaría en 10%. O sea, es momento de que Clavillazo cambie de cuates pues al parecer su relación con Javier Lozano no ha sido muy productiva. No sé por qué confían en un personaje que hace muy poco trataba al licenciado Peña y al nuevo PRI mucho peor de lo que ahora hace con Anaya y Corral.

Está bien que el ex panista se haya encontrado “casualment­e” al dotor Mit en la clase Turista de un avión y haya trepado “cashi shin querer” la foto a sus redes sociales, pero no es para tanto.

Pero decía antes de que me interrumpi­eran que, al parecer, hay un estudio muy especializ­ado que demuestra que el electorado parece cautivarse con el político que baja de su pedestal. De otra manera uno no se explica que el dotor Mit, en vez de seguir defendiend­o al PRI de las acusacione­s de corrupción que tanto le duelen (tristement­e hay que agregar el caso del ex góber de Nayarit, Rober Sandoval), mejor haya buscado filtrar un datazo: le gusta comer tortas de pavo y ¡a mano limpia!

Ya con eso la tiene ganada. Claro que si se hubiera aventado unas megatortas de la salida del Metro Indios Verdes en vez de unas tremendas oficinas gubernamen­tales, el efecto habría sido superlativ­o.

A ver si no se comió la torta antes del recreo. M

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