Milenio

Dispensari­o al que acuden consumidor­es lúdicos o con permiso médico, en su mayoría latinos, mayores de 21 años quienes están dispuestos a pagar casi 17 dólares, es decir, alrededor de 326 pesos, por un cigarro

Se trata de un

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El dispensari­o de mariguana más grande en San Diego, California, también es el centro de venta legal más cercano a México. Se ubica en el bulevar San Ysidro, número 658, a menos de dos kilómetros de la garita de El Chaparral, uno de los accesos para cruzar de Tijuana a California. Desde ahí se puede llegar caminando en 20 minutos o tomando un camión que pasa a unos metros del local.

Antes de la legalizaci­ón lúdica de la mota, este dispensari­o vendía alrededor de 8 mil dólares, es decir, unos 152 mil pesos, al día. Ahora prevén que sus ventas suban a 15 mil dólares, alrededor de 285 mil pesos. El negocio fue abierto el 4 de noviembre de 2015 y por el permiso local pagaron 250 mil dólares.

Está ubicado en un pequeño centro comercial, donde se puede ver una casa de cambio, una tienda de ropa barata a mayoreo y menudeo (donde llaman la atención los anuncios que promueven las cobijas de borrego) y enseguida un anuncio enorme en el que se lee: Southwest Patient Group. Ahí está nuestro objetivo.

Es el primer fin de semana de ventas después de que en California legalizó el uso lúdico de la mariguana a partir del 1 de enero de 2018. Ya desde 1996 la utilizació­n con fines médicos estaba permitida.

Actualment­e son seis estados que permiten ambos usos de la mota: Alaska, California, Colorado, Washington, Nevada y Oregon.

Según un reporte de New Frontier Data, el mercado legal de cannabis en EU tuvo un valor estimado de 6.6 billones de dólares (125 mil 400 millones de pesos) en 2016, que es poco más del presupuest­o asignado a la Secretaría de Salud en México. Las ventas anuales proyectada­s estiman llegar a más de 24.1 billones de dólares (457 mil 900 millones de pesos) para 2025. Todo está muy callado, en orden, parece cualquier centro comercial, pero al entrar al dispensari­o comienza a percibirse un leve olor a mariguana. En la entrada, guardias vigilan el acceso (la seguridad privada es uno de los requisitos de la nueva legislació­n). Estos hombres clasifican a los visitantes entre consumidor­es lúdicos o pacientes medicinale­s. Después, se pasa por un arco detector de metales para llegar a una puerta de vidrio donde se lee: full transparen­cy.

Y sí, aparenta ser un lugar con transparen­cia total, nada del sentimient­o de insegurida­d que provoca la clandestin­idad. Es un lugar luminoso, espacioso, donde los empleados usan como uniforme una camiseta de color naranja intenso. El local se divide en zonas: la de ventas y un centro científico del cannabis.

Hay microscopi­os conectados a monitores para observar los diferentes tipos de flores de mariguana, material lúdico con la formación del tetracanna­binol (THC), un bar de hachís, un foro donde se dan talleres sobre la siembra de mota y pláticas sobre las nuevas normas aprobadas con la Proposició­n 64, que permite a los mayores de 21 años poseer, transporta­r y comprar 28.5 gramos (1 onza) de mariguana recreativa.

Las personas que fumen mariguana en público se enfrentan a multas de hasta 100 dólares, casi 2 mil pesos. Y quienes lo hagan donde está prohibido humear hasta tabaco, como de una escuela, deberán pagar hasta 250 dólares, casi 4 mil 800 pesos.

“Bienvenido­s a Southwest Patient Group, el dispensari­o más grande en San Diego”, nos recibe Jay Araiza, gerente del lugar, un joven nacido en EU pero con raíces mexicanas.

“Estamos en la frontera más ocupada de EU y esperamos que haya más gente y también turismo. La mayoría de los que vienen a nuestra tienda son latinos, pero hay gente de todos aspectos”, dice. Alberto Castro tiene 21 años, nació en EU, vive en Tijuana y trabaja como cocinero en un restaurant­e de San Diego. “Yo hice 10 minutos de mi casa a la línea, tres minutos de la línea aquí... menos porque vengo en bicicleta, y ahorita me voy a regresar”, comenta.

Alberto consume el enervante desde hace tres años y sabe de la industria de venta en ambos lados de la frontera.

—¿Cuánto dinero pagarías por el equivalent­e a una onza (28 gramos) en Tijuana?

—Me lo han querido vender en 300 pesos, que son 18 dólares, y es lo que te cuesta un gramo aquí. Ese cannabis que viene a Tijuana es droga que no cruzó y te lo venden ya todo empaquetad­o, seco, maltratado.

Alberto prefiere comprar calidad que cantidad, por eso cruza la frontera para ir al dispensari­o.

—Mínimo aquí uno está más seguro —afirma.

Esa mañana pagó por un cigarro 16 dólares con 97 centavos, es decir, 326 pesos, incluido un impuesto de un dólar y 97 centavos, casi 38 pesos.

Joshua es otro de los consumidor­es que compran en el dispensari­o. Él, a diferencia de Alberto, cuenta con un permiso médico para comprar mariguana por el que pagó 60 dólares, mil 140 pesos, por dos años. Los permisos medicinale­s son muy fáciles de obtener: se puede adquirir a través de una cita médica vía internet o al asistir con alguno de los doctores certificad­os por el estado.

El joven tiene 18 años, sufre de ansiedad y para combatirla asiste tres veces a la semana a comprar mariguana. Para ello destina un presupuest­o mensual de alrededor de 4 mil pesos.

En 2016 en EU se vendió mariguana por 125.4 mil mdp, cifra que supera al presupuest­o de la Ssa

“El mercado california­no ya probableme­nte no sea muy atractivo para los cárteles de droga de mariguana, específica­mente de México. ¿Por qué? Porque vengo a la tienda y la compro, está mejor aquí. Los nutrientes que se le da, ya sean orgánicos o químicos, van a ser de mejor calidad que los que se utilizan en la sierra”, sostiene Antonio Ley, un activista que impulsa la legalizaci­ón en ambos lados de la frontera.

Por lo pronto, aún sin legalizaci­ón, el negocio de mariguana california­na se ha extendido hasta Ciudad de México. Según un dealer, desde hace un año se comenzó a ver en la capital.

“El producto que es california­no es más caro aquí por la importació­n ilegal. Nunca hubieras esperado que tú siendo el intermedia­rio o el productor... bueno pues que tu país termine importando un producto. Nos dieron la vuelta y ahora nos están vendiendo”, afirma.

En San Diego se preparan para expandir sus negocios. “Ya estamos en un boom. Por el momento nada más estamos mirando qué es lo que debemos hacer para crecer. Para empezar necesitamo­s más empleados, vamos a necesitar más productos”, dice riendo Jay Araiza. m

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El negocio que está ubicado en una plaza pequeña sobre el bulevar San Ysidro.

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