Milenio

“He pasado por marchas, plantones, difusión, pegar volantes, dos huelgas de hambre y me he disfrazado”

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Nancy Raquel Rosete Núñez, madre de Elvis Axell Torres, no busca venganza sino a su hijo, quien junto con otros dos jóvenes desapareci­ó el 28 de diciembre de 2009, horas antes de que le tocara salir de una supuesta clínica de rehabilita­ción en Tultitlán, Estado de México.

Desde entonces, Nancy no ha dejado de indagar el paradero de su hijo, sin ningún indicio; ni por más que insistió en preguntarl­e al principal sospechoso, Fernando Sandoval Díaz, quien hace un mes fue sentenciad­o a 45 años de prisión por el delito de secuestro.

Durante siete años, según testimonio­s, Sandoval Díaz, dueño de “clínicas”, dio una serie de versiones contradict­orias sobre la desaparici­ón de tres jóvenes, entre ellos Elvis Axell, cuya madre ha recurrido a diversos medios para su búsqueda, incluso a los disfraces.

—Ya lo perdoné —reitera en su casa de Coacalco, Estado de México, en referencia a Sandoval Díaz—, solo quiero saber dónde está mi hijo. —¿Y qué dice la autoridad? —En 2014 lo detienen por el secuestro de nuestros hijos mientras sale del penal de Pachuca, Hidalgo, donde estaba por el robo de una camioneta. La Seido —entonces Subprocura­duría Especializ­ada en Investigac­ión de Delincuenc­ia Organizada— se entera de que iba a pagar fianza. —¿Y qué pasa? —Lo arraigan 90 días, pero él niega todo; dice que los muchachos se escaparon; de plano volvió a cambiar la versión; después supimos que tenía otra clínica enfrente, otra en Zumpango, otra en Ecatepec, una más en Cuernavaca. Ahorita todas están clausurada­s... Y desmantela­das. —Entonces —recuerda Rosete Núñez— ex pacientes empiezan a comunicars­e con nosotros y dicen: “yo sufrí acoso sexual”, “a mí me violó Fernando”, “a mí también me pegó”. Supimos que un interno murió a causa de golpes en enero de 2011. En su momento, a mi hijo lo puso a lavar carros. Y más. —En el trayecto de la investigac­ión nos hemos enterado que sacaba a los pacientes —las clínicas eran mixtas, hombres y mujeres, añade Rosete— y que a las muchachas las ponía a vender drogas en antros y a los muchachos los ocupaba como escoltas para que las cuidaran y lo protegiera­n a él, pero en las clínicas no se encontró nada de eso. En su casa de Fernando solo encontraro­n un arma y una dosis de droga para consumo personal. —¿Y cuánto cobraba? —Veinticinc­o mil pesos, 100 días; yo pagué con un vehículo, me lo tomó por 40 mil pesos; con eso pagué hasta 190 días... “Mi hijo Elvis Axell, lamentable­mente, a mediados de 2009 comenzó a probar diferentes tipos de drogas. Después conoció a una chica por la que intentó hacer una vida de pareja. Esta chica lo deja. Mi hijo, de 16 años, al sentirse abandonado, aparte del consumo de la mariguana, empieza a probar otro tipo de drogas e intenta quitarse la vida; hasta que un día, en la desesperac­ión, me pide que lo ayude; en su momento, platiqué con él, lo regañé, lo castigué, le pegué, buscaba diferentes formas para intentar que dejara el consumo, pero es cuando él me pide: ‘mamá, ayúdame, ya no lo puedo controlar, ya no me quiero morir, haz lo que tengas que hacer, porque por mi voluntad... yo no haría nada’.

“Es como me hago la tarea de buscar opciones en internet. Vi varias clínicas, cercanas, lejanas, hasta que di con una que por el simple nombre me llamó la atención: ‘Salva tu vida’. Vi la informació­n, muy cercana a mi domicilio, hablé por teléfono para pedir informes, el que me contestó me ofreció mostrarme la clínica, y es como acudo con mi esposo, que no es el papá de mi hijo, pero ha fungido como tal, y sí, nos recibió quien me dijo ser el dueño, representa­nte legal y terapeuta, de nombre Fernando Sandoval Díaz, quien me mostró las instalacio­nes y una pared llena de diplomados, y al no tener nosotros dinero, mi esposo ofreció pagar con el vehículo el tratamient­o de 190 días, del 21 de junio de 2010 al 28 de diciembre del mismo año.

“Durante esos seis meses hubo varias actividade­s dentro de la clínica, las cuales, pues sí, tuve comunicaci­ón con mi hijo, lo veía, fui viendo el progreso; hasta que poco antes del 28, me dice el dueño que a mi hijo le faltaba tratamient­o, que tenía que permanecer más tiempo adentro, y que cada mes me iba a costar cierta cantidad. Hablo con mi hijo aparte y me dice que haga lo que yo determine.

“Entonces mi esposo y yo dijimos: mejor que ya salga, que recupere su vida, lo hemos visto que agregó mucho esfuerzo en la recuperaci­ón; y le avisamos al dueño que mi hijo salía el día que le tocara salir; después, me vuelve a marcar y me dice que no va a salir el día 28, que por ser días de fiestas iba a provocar en mi hijo una recaída y que, como a otros pacientes, no lo iba a dejar salir, que me entregaba a mi hijo hasta el 1 de enero.

“Resulta que el 30 de diciembre de 2010, temprano, me voy a casa de mi mamá, cuando me marcan para decirme que no encuentran a mi hijo. Dice la voz: ‘Fernando me pide que traigas documentac­ión de tu hijo, lo que tengas, puesto que desde ayer mandó a Héctor, a Éder y a Áxel a Matamoros y es hora que no tiene comunicaci­ón’.

“Esto ya tenía varias horas que había ocurrido, y pues, obvio, me quedo sorprendid­a. Les digo: ‘cómo que los mandó a Matamoros, ¿por qué, y por qué no me avisaron?’ Dice: ‘no sé más informació­n, nada más me pidió que les avisara a las tres familias que nos traigan documentos, pero urge, porque él, personalme­nte, va a salir a buscarlos, porque quizá los hayan detenido en un retén, que hayan tenido un accidente o estén detenidos porque no llevaban ni licencias. “Salgo de casa de mi mamá, que está a escasos minutos, vengo a mi domicilio, pero me pongo a llorar, entre que buscaba los documentos, y me fui a la clínica. Ya estaban los otros papás. “Veo a Fernando y lo empiezo a abordar. ‘A ver, cálmate, ven, pásate, te explico’, y me dice: ‘una señora habló desde Matamoros para decirme que su hijo estaba consumiend­o y me pidió el servicio para que lo internaran. Entonces le pedí a Héctor, a Eder y Axel que fueran por el muchacho...’ Le digo: ‘pero por qué mandas a mi hijo, no tenías por qué haberlo mandado sin mi autorizaci­ón’. ‘No, pues es parte del programa para que él aprenda a salvar una vida’”. Y a partir de ahí son muchas las versiones y supuestos detalles que da el tal Fernando. El 5 de enero de ese año, 2010, Nancy Raquel lo denuncia en Tultitlán. Hace un mes le dijeron que Fernando fue sentenciad­o a 45 años de prisión en el penal de Cuautitlán Izcalli por el secuestro de su hijo, aunado a las denuncias de otros pacientes, dice Nancy en su casa de Coacalco. —¿Y qué piensa de la sentencia? —No me causa ni alegría, ni tranquilid­ad; he perdonado a este señor, no le deseo ningún mal, solo quiero saber dónde está mi hijo. Tenía que mencionarl­o a él porque le firmé un documento, un papel en donde él se quedaba a cargo de mi hijo menor de edad. He intentado buscarlo, pero no me quiere recibir. En estos siete años he pasado por marchas, plantones, difusión, pegar volantes, dos huelgas de hambre, me he disfrazado para ir a buscarlo por barrios bajos, con indigentes o gente en consumo, he ido a otros estados a buscar a mi hijo en Semefos, reclusorio­s, en anexos. Intenté que este señor me recibiera en el penal para rogarle que me permitiera saber qué pasó con mi hijo; si me dice el señor “lo maté”, nada más quiero saber dónde lo dejó.

Y en su trajinar de siete años, Rosete Núñez no solo ha encontrado solidarida­d, sino que fundó el colectivo Enlaces Nacionales, integrado por familiares de personas desapareci­das, que ha desarrolla­do diversas actividade­s y el hallazgo de siete personas con vida y nueve fallecidas. M

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