Trump es parte de un movimiento histórico más profundo que involucra a amplios grupos de la población estadunidense; en algún momento se repudió a franceses o judíos; hoy, a los “países de mierda”
El discurso antimigrante de
Las palabras plasmadas en una placa en la Estatua de la Libertad —“Dadme vuestros seres pobres y cansados. Dadme esas masas ansiosas de ser libres”— han recibido por más de un siglo a los recién llegados a la “Nación de Inmigrantes”.
A diferencia de cualquier líder de Estados Unidos en décadas, Donald Trump ataca a la inmigración, reduce las llegadas legales, llama a expulsar a millones de personas que no son ciudadanos, e invita solo a extranjeros ricos y educados, con una evidente preferencia por los europeos blancos.
Trump cuestionó el jueves que EU haya aceptado a personas de “países de mierda” como Haití y África, y sugirió que en vez de eso el país debería atraer inmigrantes de Noruega.
Los expertos dicen que la historia de EU está salpicada por reacciones negativas a la inmigración y constantes ambivalencias de los estadunidenses sobre si quieren continuar siendo un país de inmigrantes.
En 1970 el Acta de Naturalización buscaba evitar que los negros se convirtieran en ciudadanos; en otra acta de 1798 se enfocó en los franceses; en la de 1875 se prohibió trabajar a los inmigrantes asiáticos, y en 1924 una nueva acta migratoria apuntó hacia los europeos del sur y del este, principalmente católicos y judíos.
“A través del siglo XIX hubo un tremendo sentimiento antimigración. En diferentes puntos en la historia estadunidense, diferentes tipos de inmigrantes fueron considerados como una amenaza”, afirma Allan Lichtman, historiador político y profesor en American University.
Antes de Trump, Warren Harding hizo una exitosa campaña presidencial en 1920 poniendo como punta de lanza el sentimiento antimigrante.
Harding llegó al poder después de 40 años de un boom en el que 22 millones de migrantes arribaron al país. “Igual que Trump, él se presentaba a sí mismo como un presidente de un ‘Estados Unidos primero’”, recuerda Lichtman.
La inmigración legal alcanza el millón de personas cada año, entre ellos un alto porcentaje de asiáticos, mientras que la inmigración ilegal procedente de México se ha disparado.
En 1986, el presidente Ronald Reagan ofreció una amnistía a 3.2 millones de inmigrantes “sin papeles”, pero está no pudo detener los cruces fronterizos ilegales.
En el año 2000 el sentimiento antimigrante surgió de nuevo. Esto ha tenido múltiples razones.
Una de ellas son los atentados del 11 de septiembre de 2001 y ataques subsecuentes que provocaron temor frente a los musulmanes. Otro factor es el cambio en la estructura de la economía, la cual afectó a comunidades en todo el país. Un tercer factor es el cambio demográfico que dejó a los blancos como una minoría en un número creciente de comunidades en todo EU.
Pero ni George W. Bush ni Barack Obama, señalan historiadores, hicieron de la migración un asunto político de la manera que lo impulsó Trump para ganar la presidencia. m