Arquitectura: ciudad y política
Ante los múltiples problemas de la capital, tenemos que imaginarnos “colectivamente” los órdenes, las estructuras y el diseño de la metrópoli que queremos y a la que aspiramos
Apartir del último año, y por primera vez en la historia de la civilización, el número de habitantes de las ciudades ha superado a aquellos que habitan fuera (en campo, aldeas, suburbios, etcétera). En América Latina, incluyendo México, los números son mayores. Dependiendo de las distintas estadísticas y las diferentes definiciones de ciudad, más de 70 por ciento de los latinoamericanos son urbanos. Sobra decir que una gran mayoría de los habitantes de nuestras ciudades son jóvenes que han nacido y se han formado como parte de la revolución tecnológica y digital en curso.
Los jóvenes de nuestras ciudades —los millennials— son mexicanos y al mismo tiempo “habitantes del mundo” totalmente informados e interconectados, con independencia de su condición social o económica. Son seres urbanos que pertenecen a esta red de ciudades del planeta y comparten con otros las mismas inquietudes e ilusiones que les ofrece la vida en la ciudad contemporánea. Vale la pena mencionar que, a su vez, muchos de estos jóvenes ejercerán sus derechos democráticos de voto por primera vez este año.
La ciudad es uno de los fenómenos más interesantes y complejos de la modernidad. Entiendo la ciudad multicéntrica moderna como la superposición de diversos sistemas que interactúan y se informan entre sí. Ninguno de estos planos puede ser entendido independientemente sin la consideración de los demás. La ciudades contemporáneas se distinguen y definen por sus condiciones humanas —demografía, sociología, economía, cultura, política, etcétera— y por sus particularidades geográficas —su entorno físico—. Las ciudades se identifican por sus habitantes y por sus lugares. La ciudad es su gente, pero también la relación entre sus masas y sus vacíos, su tiempo y su espacio. La ciudad es también y principalmente arquitectura.
A esto me he referido cuando he dicho que la arquitectura es también un tema político. Me ha sorprendido —y decepcionado— no encontrar en el discurso de ninguno de los aspirantes a ocupar los distintos puestos de gobierno en las elecciones que se avecinan una visión total y global para nuestro país o nuestra gran ciudad. Nadie nos ha dicho qué país nos proponen o cómo se imaginan Ciudad de México —y demás ciudades— en los próximos 10, 20 o 50 años.
El diagnóstico que han hecho los candidatos y precandidatos a todos los niveles de gobierno es básicamente correcto y muy parecido para todos. Vivimos en un país que padece de una terrible corrupción e impunidad y que está muy lejos de tener un verdadero “estado de derecho”, acaso nuestra principal dolencia. Esto ha originado mayor desigualdad y una violencia generalizada que hace cada vez mas difícil la vida de la gran mayoría de los mexicanos, y que se magnifica en nuestras ciudades.
Sabemos que además de los problemas de pobreza e inseguridad, muchas de nuestras ciudades sufren problemas específicos. En Ciudad de México, los temas de dispersión, movilidad, polución, escasez de agua y otros servicios básicos, incluyendo vivienda digna para todos —con todas sus implicaciones— se han vuelto extremos. Las propuestas para la posible solución a cada uno de estos temas aislados serán inútiles sin una visión total. Tenemos que imaginarnos “colectivamente” los órdenes, las estructuras y la arquitectura de la ciudad que queremos y a la que aspiramos.
Quien pueda articular esa gran visión deberá ser electo nuestro gobernante, independientemente de sus credenciales académicas y su experiencia de gobierno. Un buen político o un burócrata comprometidos, hombre o mujer, no serán suficientes, por excelentes que sean. Necesitamos un líder y un visionario para dirigir la nueva Ciudad de México del siglo XXI. M
El pasado jueves 11 de enero se publicó en estas páginas un texto de la reportera Leticia Sánchez Medel titulado “La arquitectura, tema para los candidatos: Enrique Norten”, producto de una rica e interesante plática con la autora, a quien agradezco su preparación y su interés por estos temas. De ahí que me sentí obligado a retomar y ampliar algunos puntos en el presente artículo.
ACLARACIÓN 1: El proyecto original del Munet tenía un costo aproximado de 120 millones de dólares. Actualmente está en construcción la primera fase de un nuevo proyecto ajustado y su costo será de 60 millones de dólares. El contenido del Munet está concebido como un complemento de la educación técnica y científica para los niños y los jóvenes de México.
ACLARACIÓN 2: A raíz de la publicación del mencionado artículo, recibí una llamada del secretario de Cultura de la CdMx, Eduardo Vázquez, quien me informó que el proyecto del Cine Cosmos al cual se refiere el texto ha sido retomado y será concluido este año. ¡Enhorabuena, estimado Eduardo!