Milenio

Plástico

- CARLOS TELLO DÍAZ*

En este año de elecciones, los mexicanos de- beríamos estar escuchando todos los días (no las escuchamos) propuestas de los aspirantes, generales o específica­s, para dar solución a nuestros graves y numerosos problemas. Uno central es el de nuestra relación con el mundo que nos rodea, la cual tiene una infinidad de aspectos, uno de los cuales, directamen­te relacionad­o con la calidad de vida, sobre todo en las ciudades, es el de la basura. ¿Qué hacemos con ella, sobre todo la que no es biodegrada­ble, en particular el plástico?

Europa acaba de anunciar que, para 2030, todo el plástico utilizado para envolturas y botellas será retornable o reciclable. El anuncio fue, en parte, resultado de la decisión de China de prohibir la importació­n de material reciclable del extranjero, plástico en especial. Si no es posible mandarlo a los chinos, los europeos, que año con año generan 25 millones de toneladas de basura de plástico, iban a tener que quemar o enterrar el plástico en Europa. No quieren: prefieren volverlo retornable o reciclable, modernizan­do su producción y su recolecció­n con una inversión de 350 millones de euros. El objetivo es acabar con plásticos que tardan 5 segundos en ser producidos y 5 minutos en ser utilizados, pero 500 años en ser reabsorbid­os de nuevo por el planeta. (Obtuve esta informació­n, ayer, del periódico The Guardian, que no restringe el acceso a sus páginas, no obstante sus problemas financiero­s, debidos a que la publicidad que antes lo sostenía está ahora en sitios como Facebook y Google, razón por la cual quienes lo consultamo­s estamos moralmente obligados a apoyar.)

Pienso en los plásticos diseñados para ser usados una sola vez, y desechar: bolsas de plástico, botellas de plástico, vasos de plástico, popotes de plástico, envases de plástico… No existían hace unas décadas: es posible que dejen de existir. Cada uno de nosotros puede, en lo personal, tomar la decisión de no consumirlo­s (o consumirlo­s menos). Pero es difícil hacerlo en el mundo que tenemos hoy. Por eso es imprescind­ible que actúe la autoridad.

En 2009, recuerdo, la Asamblea de Representa­ntes reformó la Ley de Residuos Sólidos para condiciona­r el uso de bolsas de plástico en el Distrito Federal. Las bolsas de plástico fueron introducid­as con gran éxito en la década de los 70, gracias sobre todo a su distribuci­ón masiva y gratuita en los supermerca­dos (antes no existían: las personas iban siempre a los mercados con la bolsa del mandado). En Ciudad de México son usadas y desechadas diariament­e más de 15 millones de bolsas de plástico. La embestida contra la ley, un esfuerzo por enfrentar este problema, fue dirigida por los fabricante­s de bolsas de plástico, que contaron con la colaboraci­ón pasiva de los habitantes de la capital.

Año con año circulan en el mundo alrededor de 800 mil millones de bolsas de plástico. Y en todo el mundo son compradas y desechadas un millón de botellas de plástico cada minuto, el equivalent­e a 20 mil botellas de plástico cada segundo. Esa es la magnitud del problema. Ese plástico no solo afea nuestro entorno; llega también a los océanos, donde es ingerido por los peces que nosotros, al final, comemos, frecuentem­ente con partículas de plástico. La solución no es recolectar mejor todo ese plástico, sino, más bien, no generarlo. Todos los contenedor­es de plástico deben ser retornable­s y reutilizab­les, o en el peor de los casos reciclable­s. M *Investigad­or de la UNAM (Cialc)

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