Milenio

Parachicos dedican su baile a los damnificad­os

- SISMOS EFE/Chiapas

Con sarape, máscara de madera y una sonaja, desde hace tres siglos en Chiapa de Corzo, Chiapas, los parachicos han danzado en honor al Señor de Esquipulas, a San Antonio Abad y a San Sebastián. Este año lo hicieron por las víctimas del sismo del 7 de septiembre. “Sacrificar­emos nuestro cuerpo, nuestra alma, nuestro espíritu” por todas las personas que han sufrido los daños del terremoto, dijo Guadalupe Rubisel Gómez Nigenda, patrón de los parachicos.

Éstos son figuras representa­tivas de la Fiesta Grande de Chiapa de Corzo. Los pobladores cuentan que su baile, amenizado con tambores y flautas de carrizo, surgió cuando una mujer buscaba alivio para su hijo enfermo y visitó a un curandero de Chiapa.

En agradecimi­ento por el remedio, repartió víveres a los pobladores, que travesaban una crisis de sequía y hambruna. Los habitantes, quienes bailaron alrededor del niño, recibían los regalos de la mujer, quien les decía: “Para el chico”, palabras que los indígenas convirtier­on en “parachico”.

Es una leyenda que da vida al parachico que, ataviado con un sarape multicolor, una máscara de madera y una sonaja, danza al compás del tambor y la flauta de carrizo, inundando de alegría, color y tradición las calles de Chiapa de Corzo hasta concluir en la iglesia de San Sebastián Mártir, protector de los parachicos.

Las tradiciona­les danzas en honor al Señor de Esquipulas, a San Antonio Abad y a San Sebastián Mártir fueron catalogada­s hace siete años por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. m

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