Milenio

Inmueble en San Pedro de los Pinos, en CdMx, revela una historia de irregulari­dades y falsedades que inició hace una década para la familia De Castillo, pero que puede replicarse con seguridad en toda la capital

La construcci­ón de un

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“La forma de crecer de la capital del país ha sido irregular e ilegal”, aseguran expertos

La pesadilla para la familia Del Castillo inició hace 10 años, en 2008, cuando la inmobiliar­ia Coinasa–Lonai Desarrollo­s Habitacion­ales, del empresario Joaquín García Santoveña, comenzó a construir un edificio en el terreno contiguo a su propiedad.

El edificio de avenida Primero de Mayo número 139, en San Pedro de los Pinos, es uno de los cientos que en Ciudad de México se construyer­on sobrepasan­do el número de pisos permitidos.

La construcci­ón, dice Jaime del Castillo, representa una historia de irregulari­dades, de falsedades. Está convencido de que la corrupción inmobiliar­ia ha afectado su patrimonio y pone en riesgo su seguridad y la de su familia.

Sin permiso, la constructo­ra levantó dos torres de seis niveles con 48 departamen­tos en una zona donde se permiten solo 3 pisos. Y esto no es un caso aislado: es una práctica común en Ciudad de México, a pesar de ser una zona sísmica, así lo reconoce la Procuradur­ía Ambiental y del Ordenamien­to Territoria­l capitalina.

“Hemos estado investigan­do con mayor frecuencia el incremento de los niveles permitidos. Es decir, están rebasando lo que avala la normativid­ad”, acusa Emigdio Roa Márquez, subprocura­dor de Ordenamien­to Territoria­l.

—¿Cuántos (edificios que sobrepasan los pisos permitidos) han detectado? —se le pregunta.

—Son más de 120, de diferentes años.

Imagine usted una hilera de 120 edificios en Paseo de la Reforma… Jaime vive desde hace más de 40 años en una casa catalogada por el Instituto Nacional de Bellas Artes por su valor artístico. Está en el número 141 de la avenida Primero de Mayo, colonia San Pedro de los Pinos, en Benito Juárez, y desde que arrancó la construcci­ón en el terreno contiguo comenzaron las irregulari­dades.

Nunca hubo permiso para demoler la vecindad que estaba en el terreno donde se construyó el edificio, ni estudios de impacto ambiental, ni certificad­o de uso de suelo. Tampoco tuvo una manifestac­ión de construcci­ón.

“Ese permiso pertenecía a otro predio ubicado en el número 199, pero la constructo­ra lo exhibió como propio”, denuncia Jaime.

En agosto de 2011 los vecinos de San Pedro de los Pinos lograron que la delegación Benito Juárez ordenara la demolición total del inmueble, consistent­e en dos cuerpos de seis niveles. La autoridad requirió al propietari­o y/o responsabl­e de obra que en un plazo de tres días hábiles exhibiera ante esta instancia la calendariz­ación de los trabajos de demolición del inmueble.

De esa orden ya transcurri­eron seis años y cinco meses. El edificio sigue en pie y algunos departamen­tos ya fueron vendidos. Y hay más irregulari­dades. En 2012 apareciero­n dos certificad­os únicos de zonificaci­ón de uso de suelo emitidos por la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda. El primero, con fecha del 25 de julio de 2012, autoriza la construcci­ón de 20 departamen­tos en tres niveles.

“Lo que nos brinca es que es para modificaci­ón, para obra nueva, cuando el edificio ya estaba construido”, dice María del Carmen Gutiérrez, una de las vecinas que se ha involucrad­o en el proceso para denunciar las irregulari­dades.

El segundo certificad­o apareció posteriorm­ente, pero con fecha del 4 de julio de 2012, es decir, 21 días antes que el primero. En el documento se autoriza la construcci­ón de las 48 viviendas. Pero en ese momento el edificio ya tenía ese número de departamen­tos acabados. El patrimonio y la seguridad de la familia Del Castillo estaba comprometi­da y seis peritajes lo acreditan. En octubre de 2014, la Procuradur­ía General de Justicia dictaminó que en la casa de Jaime las afectacion­es se originaron desde la etapa de excavación y cimentació­n del edificio, y que continúan acrecentán­dose debido al incremento de peso con la construcci­ón de cada nivel.

Hasta ahora Coinasa–Lonai Desarrollo­s Habitacion­ales no ha reparado los daños a la casa, que presenta grietas, hundimient­o y humedad provocada por la construcci­ón del edificio.

Por las omisiones se logró suspender a un Director Responsabl­e de Obra, cuenta María del Carmen Gutiérrez.

En lo que va de la administra­ción de Miguel Ángel Mancera, 51 directores responsabl­es de obra fueron sancionado­s por irregulari­dades en las construcci­ones. Braulio Arturo Lara Falcón, el DRO que verificó la obra de la Primero de Mayo, está entre los sancionado­s y perdió definitiva­mente su licencia.

“Un DRO que cambia o falsifica informació­n o permite que se construya y termine algo diferente a lo autorizado es un DRO en el que no tenemos que confiarle la seguridad de los edificios”, dice Josefina McGregor, de la organizaci­ón Suma Urbana.

“La forma de crecer de esta ciudad ha sido irregular e ilegal. No solo los edificios que desafortun­adamente se vieron afectados (en el sismo), con derrumbes o futuras demolicion­es, son los que están vinculados con la corrupción inmobiliar­ia”, dice la especialis­ta. Otra de las irregulari­dades fue la utilizació­n de la Norma 26 para supuestame­nte construir obra de interés social y beneficiar­se de las exenciones fiscales. La organizaci­ón Suma Urbana calcula que en CdMx se construyer­on más de 4 mil 500 inmuebles bajo esa normativid­ad, 900 en la Benito Juárez.

La reglamenta­ción —que dejó de estar vigente el 8 de octubre de 2012 por los abusos de los desarrolla­dores— estipula que los departamen­tos no podían venderse en más de 720 mil pesos. Pero en este caso se comerciaro­n hasta en 2 millones 800 mil pesos. M

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La construcci­ón irregular y la edificació­n con valor artístico, ubicadas en la delegación Benito Juárez.

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