Milenio

Que alguien lo detenga

- Érika Montoya erikamonto­yag@gmail.com • twitter@LaKiks

Esta semana vagaba por el internet y me sorprendió volver a ver el nombre del ex campeón Humberto Zorrita Soto programado para disputar un título interino, cuando sus mejores años parece que han quedado muy atrás.

Con 37 años, y ya lejos de la racha que lo llevó a conquistar las categorías superpluma y de los ligeros, el varias veces campeón regresará a los encordados para echarse un volado ante el escocés Josh Taylor, un peleador que tiene únicamente 11 peleas.

El ver a la Zorrita en esa posición, de cara a un título que lo pondría en condicione­s de disputar un campeonato mundial, me puso a pensar... ¿Qué tan difícil es decir adiós a algo que has hecho más de la mitad de tu vida?

Entiendo que autonombra­rse veterano antes de los 40 años, y con un panorama poco claro del post boxeo resulte aterrador pronunciar un “hasta aquí llegué”, pero no por eso hay que estirar la liga al punto de que se juegue con la posibilida­d de trapear con el apellido el ring.

Desafortun­adamente, el de Humberto Soto no es el caso más grave, y si no me creen pregúntenl­e al también mexicano Antonio Margarito, pues a pesar de todos los casos que hemos visto es una situación que parece que los boxeadores están condenados a repetir hasta la eternidad. Hemos sido testigos de grandes figuras de este querido deporte acabar tirados al centro del ring sin saber las placas del camión que les pasó por encima.

Hay veces que siento -al escucharlo­s justificar­se, pues lo hacen más seguido de lo que creen- que es un pleno acto de egoísmo. El último intento de aferrarse a lo que queda, sin pensar que también está dentro de sus responsabi­lidades cuidarse.

El boxeo está cambiando, ya no es lo mismo que era hace 30 años, ojalá y cada vez sean menos esos casos de peleadores que al final ponen todo sobre la línea para ganar nada y que en la recta final de su carrera se preparen para dar ese salto.

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