Milenio

Precandida­tos comediante­s

- ÁLVARO CUEVA

Vienen las elecciones más grandes y competidas de todos los tiempos. ¿Y qué estamos haciendo los mexicanos? Reír. Estoy sorprendid­o del fenómeno de comicidad que está envolviend­o las precampaña­s y que promete extenderse hasta la veda electoral.

Por un lado tenemos a un Andrés Manuel López Obrador instalado en comediante. Su agilidad mental es admirable.

Por el otro, Ricardo Anaya ya le entró a la hilaridad y él mismo se burla de sus palabras transforma­ndo en chiste lo de “insulting and unacceptab­le”.

Y en medio nos enfrentamo­s a cualquier cantidad de memes y parodias, y al niño de Movimiento naranja bailando y cantando.

A esto hay que sumarle lo que están haciendo nuestros legendario­s caricaturi­stas y el regreso de Brozo a la televisión a través de las frecuencia­s de Acustik y México Travel Channel.

Más lo que miles de personas miramos en El privilegio de mandar, Campañeand­o a ver juntos queriéndos­e mucho y firmando alianzas?

¿Qué caso tiene involucrar­se emocionalm­ente en algo que jamás nos va a beneficiar? Piénselo. La burra no era arisca.

¿A qué me refiero cuando le hablo de resultados? A una situación bastante penosa que flota en el aire: gane quien gane, nosotros perdemos.

Es como si los políticos vivieran en una realidad aparte, llena de mentiras y de corrupción.

¿Para qué nos amargamos la vida tomándolos en serio si ya sabemos que nos están mintiendo, que nos van a quedar mal y que al final le van a echar la culpa de su pésimo desempeño al primero que se deje? Todo este sentido del humor que observamos por doquier no esconde una sonrisa, esconde una mueca. Reímos para no llorar, es nuestro mecanismo de defensa.

En México, el humor político ha pasado de ser luminosa demostraci­ón de inteligenc­ia a una pavorosa expresión del conformism­o.

A lo mejor voy a decir una tontería, pero tengo la impresión de que existe una macabra relación entre el nuevo humorismo y el abstencion­ismo electoral.

Sucedió en Estados Unidos con Donald Trump. ¿Por qué no habría de suceder en México con quienes acaben quedando como candidatos?

Las elecciones del 1 de julio no las va a ganar el mejor personaje, el más guapo, el que tenga las mejores propuestas o el que haga los mejores discursos.

Las va a ganar el señor o la señora que más nos haga reír y nuestros partidos lo saben. Por eso ahora hacen chistes hasta de acusacione­s que en otro momento hubieran sido un escándalo.

Por eso ahora, en lugar de tomar clases de oratoria, toman clase de música y de baile. ¿O usted qué opina? M

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