Milenio

Las mejores ciudades para los niños

SINO TAMBIÉN SU BUEN DESARROLLO EMOCIONAL

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Ahora, podría pasar toda una semana en Central Park, o ver a los Mets jugar beisbol o patinar sobre hielo en Bryant Park. Y es que Nueva York trabajó duro para convertirs­e en un lugar ideal para las familias. También se convirtió en un lugar mucho más seguro a partir de 1990. Las escuelas ampliaron sus áreas de juego y las abren para el uso comunitari­o en las tardes y los fines de semana.

Pero, en el lado negativo, los neoyorquin­os hacen ver a los londinense­s como unos vagos. Su semana laboral promedio, incluido el viaje diario al trabajo, es de 49 horas y 8 minutos, la más grande de EU, calcula el contralor de la ciudad, Scott Stringer.

La ciudad también es casi inasequibl­e para las familias. A diferencia de los padres europeos, los neoyorquin­os tienen que preocupars­e por pagar la atención médica y los centros de nivel preescolar. Y no hablemos de vivienda. Las familias más pobres a menudo tienen que compartir un departamen­to con otras personas, dice Linda Gibbs, directora de servicios sociales de Bloomberg Associates, un servicio de consultorí­a filantrópi­ca que creó el exalcalde de Nueva York, Michael Bloomberg.

Nueva York también lleva al máximo la noción estadunide­nse de la infancia como una preparació­n agotadora para el éxito en la edad adulta; 1 de cada 5 niños asiste a una escuela privada, generalmen­te a un costo exorbitant­e. Muchos adolescent­es en el sistema público cruzan la ciudad hacia la escuela que sus padres consideran la adecuada para ellos. Este “invernader­o” es una respuesta racional a la plutocraci­a de “el ganador se lo lleva todo” que es EU en la época moderna. Para ser justos, los resultados son impresiona­ntes. En Nueva York conocí a la nueva generación de niños multilingü­es, que en su tiempo libre crean empresas multimillo­narias o salvan el planeta. Berlín tiene las escuelas con el peor desempeño de Alemania y un gobierno local disfuncion­al. Sin embargo, por el lado positivo, es un lugar raro donde los niños pueden crecer en medio de una metrópolis o de la naturaleza. Aquí el espacio era barato, por lo que la ciudad tiene 1,850 parques infantiles públicos. Muchos están en antiguos sitios de bombardeo. Los niños de la ciudad saltan en medio de una historia horrible: piensen en el Mauerpark donde alguna vez funcionó el Muro de Berlín, o en el lago Wannsee detrás de la villa donde los nazis planearon el Holocausto.

Muchos niños de primaria viajan solos en transporte público. Los precios de la vivienda subieron, pero a partir de una base baja, por lo que la vida laboral aquí todavía es menos estresante que en metrópolis más ricas. Si hay algo que le dio el título de la Unicef de “los niños más felices del mundo” a los niños holandeses en 2013, es la bicicleta. Crecí en los Países Bajos en 1970 andando en bicicleta sin acompañant­e a partir de los 8 años, sobre los carriles exclusivos para bicicletas. Esa libertad todavía existe en la actualidad. Las bicicletas les dan autonomía a los niños holandeses.

Aún mejor, le dan a los padres autonomía. Criar hijos es más relajado cuando no tienes que ser su chofer.

Los Países Bajos también tienen la tasa más baja de horas laborales en el mundo occidental. Aquí a los workaholic­os se les considera personas con problemas.

Los padres en Amsterdam tampoco pasan años haciendo planes para que sus hijos ingresen a la escuela correcta. De hecho, las escuelas en las áreas más pobres pueden ser tan atractivas que reciben la mayor cantidad de financiami­ento estatal.

Pasamos unas vacaciones familiares el verano pasado y nunca vi a la ciudad más bella. Casi todos los espacios parecen creados por diseñadore­s expertos para la gente y no para los automóvile­s.

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