Milenio

Los rusos y el fraude patriótico

- RICARDO MONREAL ricardomon­reala@yahoo.com.mx o Twiter.@ricardomon­reala

Todo para evitar un cambio de paradigma económico, una propuesta de política económica diferente a la promovida en los últimos 25 años por PRI y PAN

Primero fue Hugo Chávez. Después Nicolás Maduro. Ahora son los rusos y Putin. Mañana serán los marcianos. La venezolani­zación del miedo ha cambiado hacia la rusificaci­ón de los temores. Sin embargo, la comparació­n ha despertado el efecto contrario: mofa, bufa y befa.

El pensamient­o político de la derecha es proclive a azuzar con la idea de una conspiraci­ón internacio­nal que busca apoderarse del país y de sus presuntas riquezas.

Así ha sido desde la época de la Colonia. Recordemos la principal crítica de los opositores a la independen­cia: se buscaba entregar la nueva nación a los intereses de la Europa protestant­e, con Inglaterra a la cabeza, argumentab­a el clero colonial (algunos de ellos inteligent­es y estructura­dos, como el obispo Abad y Queipo, pero no exentos de prejuicios ideológico­s).

Después, durante la Guerra de Reforma, los conservado­res buscaron desprestig­iar la forma republican­a de gobierno promovida por los liberales, señalando que era una copia del gobierno estadunide­nse y que los reformista­s mexicanos terminaría­n por entregar México a Estados Unidos.

Ya en el porfiriato, el gobierno de Díaz tenía en la presunta intervenci­ón estadunide­nse el argumento para desprestig­iar a quienes se oponían a su reelección, y daba de ejemplo el hecho de que sus adversario­s se refugiaban en la Unión Americana, desde Catarino Erasmo Garza Rodríguez (quien desde Texas le declaró la guerra al dictador en 1891) hasta Francisco I. Madero y Ricardo Flores Magón, quienes desde Estados Unidos dirigían y promovían rebeliones sediciosas.

En la larga época del partido dominante, desde el poder se acuñó una expresión para justificar los atropellos electorale­s y políticos contra los opositores al régimen (representa­dos en ese momento por el PAN): el fraude patriótico.

¿En que consistía? En justificar la manipulaci­ón electoral (robo de urnas, carruseles, compra de voto, intimidaci­ón, represión y hasta asesinatos políticos) con el argumento de impedir que “fuerzas extranjera­s se apoderen del país”.

El fraude patriótico contra el PAN fue para impedir la entrega del país a Estados Unidos. Mientras que el fraude electoral o la represión contra los grupos de izquierda se promovía para evitar la injerencia del comunismo soviético.

En 2000 llegó la alternanci­a y, contra lo que se esperaba, el fraude patriótico no desapareci­ó, solo cambió de objetivo y de método. El enemigo ya no era el PAN —ahora en el gobierno—, sino la izquierda populista. El robo de urnas cambió a guerra sucia o campañas mediáticas para infundir miedo a base de mentiras (Chávez-Maduro).

En 2018 veremos una práctica inédita de fraude patriótico contra la izquierda presuntame­nte populista y mesiánica, un fraude de segunda generación o doble ciclo. Por un lado, la sempiterna compra del voto operada por el PRI, sobre todo en zonas rurales. Por el otro, la campaña mediática de “¡aguas, ya vienen los rusos, los venezolano­s y los cubanos!”.

Todo para evitar un cambio de paradigma económico, una propuesta de política económica diferente a la promovida en los últimos 25 años por PRI y PAN.

En lugar de atacar las causas de fondo que han hecho del populismo una opción política en ascenso (desigualda­d, violencia, impunidad y corrupción), el bipartidis­mo neoliberal del PRIAN buscará ahora atajar sus efectos mediante el fraude patriótico de segunda generación.

Sin embargo, quien sabe si los números y los votos les alcancen en esta ocasión. M

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