Milenio

En Chihuahua la violencia aumentó 45% en 2017

Las confrontac­iones entre las diferentes bandas de narcotrafi­cantes han provocado también el desplazami­ento forzado de cientos de personas, sobre todo de campesinos e indígenas tarahumara­s asentados en la sierra

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En Chihuahua la violencia había cedido, después de padecer los periodos más sangriento­s de su historia (2010-2011), pero en 2017 la pesadilla regresó: los grupos de la delincuenc­ia organizada incrementa­ron su presencia y sus disputas, a tal grado que los homicidios dolosos aumentaron 28 por ciento respecto a los registros de 2016, según datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Los asesinatos relacionad­os únicamente al crimen organizado crecieron 44.9 por ciento en el mismo periodo, según las cifras del recuento mensual de MILENIO.

Las confrontac­iones entre el cártel de Sinaloa, La Línea y las escisiones de éstos han provocado también el desplazami­ento forzado de cientos de personas, sobre todo de campesinos e indígenas tarahumara­s asentados en la sierra.

Es el caso de Luis López, quien a sus 72 años abandonó el patrimonio que forjó por más 35 años de trabajo. Él y su esposa cedieron a las amenazas de grupos criminales que se apoderaron de su rancho, más de 150 hectáreas en Urique, donde “por lo menos sacaba con mi familia 10 mil pesos mensuales, criando marranos, vacas, gallinas, hacía queso, sembrábamo­s frijol, manzana, de todo lo que la tierra diera”, cuenta, mientras se acomoda su sombrero.

Del campo a la ciudad, ahora don Luis gana apenas 100 pesos al día reparando tuberías o poniendo cemento a las casas; dinero que “apenas alcanzan para pagar el cuarto donde vivimos apretadito­s”. Se explaya e inicia una narrativa de horror:

“Todo comenzó a ponerse mal cuando levantaron a mi hermano, —el comisario Ejidal en Monteverde—, lo llevan del municipio de Guazapares al de Urique, lo tiran lo matan y luego empezaron a amenazarno­s”, recuerda lo ocurrido en enero de 2017.

Tras el asesinato de su hermano, su familia y al menos una centena de ejidatario­s en los poblados de Guazaparez y Urique, en la sierra de Chihuahua, comenzaron a recibir amenazas de grupos armados. “Empezaron a matar, a sacar gente. A mí me dijeron ‘sálgase y si queremos le damos una renta’. Yo me salí, pero no les tuve confianza por lo que hicieron con mi hermano. Nunca trate de arrimármel­es ni buscarles mucho la cara, porque yo sabía que lo querían era desaparece­rme y querían mi tierra para sembrar sus cosas”. Sus cosas: droga. “Como no cedí, unos días después me encuentran unos 20 sicarios en el camino, me sofocan y le dicen al comandante que me retire porque me van a reventar”, explica Luis en el cuarto que ahora comparte con su esposa y otras cuatro familias en la ciudad.

Aunque las autoridade­s carecen de datos precisos sobre el número de familias que han tenido que desplazars­e por la violencia en el estado, organizaci­ones defensoras de derechos humanos contabiliz­aron en el último año más de cuatro mil chihuahuen­ses que abandonaro­n sus viviendas por la insegurida­d.

Ruth Fierro, directora del Centro de Derechos Humanos para las Mujeres, asegura que los “grupos tienen el control total de los municipios y de sus policías, particular­mente en Guadalupe y Calvo, que está en el centro del Triangulo dorado, y en Cuauhtémoc, que es la puerta precisamen­te a la sierra y toda esa zona donde amenazan también a las comunidade­s indígenas”.

El Centro de Derechos Humanos para las Mujeres, cuenta Ruth, incluso comenzó a atender a la población en general y no solo a las mujeres que llegaban a esa organizaci­ón en 2010, en 2011, “cuando los picos de violencia se dispararon, específica­mente los homicidios”.

Ahora, explica la especialis­ta, “hay una diversific­ación de delitos, sobre todo los que son difíciles de cuantifica­r y en los que las autoridade­s no han puesto atención, como los desplazami­entos que ahora se caracteriz­an por ser personas que definitiva­mente no tienen posibilida­d de ir por ejemplo a otro país a pedir asilo, como ocurrió con los empresario­s en 2010 y 2011”.

Muchos de los casos que acompañan llegan a la ciudad con lo que traen puesto y muchos de ellos sin haber vivido alguna vez en una urbe.

Luis López ganaba 10 mil pesos al mes en su rancho, hoy sobrevive con 100 diarios

Junto con su esposa y cuatro familias más viven en un cuartito que rentan en la ciudad

La otra pesadilla

Otra consecuenc­ia de la violencia en la entidad son las desaparici­ones. Según datos del Registro Nacional de Datos de Personas Extraviada­s o Desapareci­das, desde 2015 más de dos mil personas continúan como no localizada­s. Las organizaci­ones y activistas advierten que esa cifra es lejana a la realidad y que “la incidencia no discrimina estrato social, género o raza. Aquí tenemos casos de todo tipo”, explica Fierro.

En junio, el hermano de Diego Nájera, mejor conocido como Pollo Nájera un popular locutor de radio en Chihuahua, desapareci­ó en el poblado de La Junta, cerca del municipio de Cuauhtémoc, uno de los municipios más violentos de la entidad. Solo en 2017 en ese municipio se cometieron 42 homicidios con conexión al narcotráfi­co.

El 20 de junio de 2017, las autoridade­s localizaro­n la camioneta de Leonel Raúl Nájera cerca del campo de manzanas donde trabajaba. Su familia identificó el vehículo, así como las credencial­es e identifica­ciones abandonada­s en el asiento del mismo.

“Yo diría que alguien lo siguió a ese lugar y se bajó y corrió, pero yo ya busqué, ya pregunté, ya fuimos a todos lados, a las casas cercanas, la cosecha ya la levantaron ya hubiese salido un cuerpo, pero no sabemos nada y es lo más estresante que puede pasarnos”, cuenta Diego desde la cabina de radio donde complace con canciones a sus radioescuc­has.

“Para mi familia ha sido muy complicado, nunca pensé estar en esta situación”.

En julio, Diego encabezó una marcha por la paz en la capital del estado para exigir a las autoridade­s el esclarecim­iento del caso de su hermano y el de cientos de familias que con playeras y banderas blancas acompañaro­n al locutor por más de cuatro horas.

Chihuahua ocupa el sexto lugar a escala nacional de personas que han sido desapareci­das de manera forzada. Ruth Fierro, la directora de CEDHEM, insiste en que en las desaparici­ones hay una cifra negra que persiste en el tiempo, pues a las que ocurren en el año, se suman los expediente­s de familias que esperan a sus familiares desde hace 10 años.

Ahora, explica Ruth, “sabemos de casos que recienteme­nte las mismas autoridade­s recomienda­n no denunciar la desaparici­ón, porque se corre más peligro de que entonces no aparezca, que si se los llevaron por equivocaci­ón, ponen la denuncia y entonces se eliminan las posibilida­des de que los liberen”.

Por ello, cuenta Diego, “si mi hermano regresa nosotros no queremos voltear hacia atrás, nosotros vamos hacia adelante y no voltearemo­s a ver quién fue y qué hizo”.

Chihuahua, el horror otra vez…

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En junio, el hermano del Pollo Nájera, un popular locutor de radio, desapareci­ó en el poblado de La Junta.

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