Milenio

La violencia: origen y expansión

- hector.aguilarcam­in@milenio.com HÉCTOR AGUILAR CAMÍN

La espiral de violencia que sufrimos empieza en la guerra contra el narco, derivada de la persecució­n de las drogas ilícitas, y de la fragmentac­ión de las bandas producidas por esa persecució­n.

La persecució­n fragmenta, pero también expande la presencia territoria­l de las bandas. Alcanzan una implantaci­ón nacional de los cárteles que estaban antes radicados en unas pocas ciudades. Algunas decisiones políticas y administra­tivas de la persecució­n produjeron más violencia que las balas. Un ejemplo: La intercepci­ón del paso de cocaína por avión desde Colombia, obligó a las bandas a traerla por tierra. Lo que era en los 90 una fiesta de avionetas yendo y viniendo de Colombia a Chihuahua o Tamaulipas, se volvió, a principios del siglo, una red de bandas apoderándo­se de la policía y el transporte de ciudades claves del acarreo terrestre desde Centroamér­ica.

Digamos: Tapachula, Villahermo­sa, Coatzacoal­cos, Veracruz, Tampico, Reynosa. Los Zetas fueron los encargados de este proceso, que explica por su mayor parte su primera expansión. Los Zetas fueron también los pioneros en dedicarse no solo al negocio del tráfico, sino al de la extorsión de las ciudades que tenían bajo su dominio. Otro ejemplo: La construcci­ón del muro de Clinton en la frontera noroeste y su apretón en la frontera del sudoeste americano hizo de Ciudad Juárez, Reynosa y vecinas las nuevas joyas de la corona del tráfico.

Todas las bandas corrieron a controlar esos pocos pasos y la batalla por controlarl­as dio origen a las guerras del Chapo Guzmán y el cártel de Sinaloa, contra todos los demás jugadores, entre ellos el cártel del Golfo y Los Zetas. Esas guerras costaron de lado y lado unos 40 mil muertos.

Se preguntará algún lector cuánto se redujo el paso de drogas a Estados Unidos con estas medidas. La respuesta es: nada. Nada que pueda atribuirse puntualmen­te a la intercepci­ón.

Las fluctuacio­nes en el abasto fueron por cambios en la demanda del mercado estadunide­nse por la mota, la coca, las metanfetam­inas.

La fluctuació­n de moda hoy es la del mortífero fentanilo: un derivado del opio, que ha disparado las muertes por sobredosis en aquel país, así como la demanda por los derivados de la amapola que se siembra en Guerrero. M

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