Milenio

Cicatrices del pasado, lecciones para el futuro

El autor evoca el Día Internacio­nal de Conmemorac­ión en Memoria de las Víctimas del Holocausto judío, el 25 de enero, y llama a “no cultivar el odio” ni repetir “las atrocidade­s”

- ARTICULIST­A INVITADO

“Este hecho debe siempre recordarno­s lo que un régimen extremo puede hacer”

padres, a sus tíos y otros miembros de la familia. A partir de aquel día, lo que los mantuvo vivos fue estar moviéndose de un lugar a otro, y siempre estar productivo­s. Como la máquina de guerra nazi necesitaba trabajador­es, los más productivo­s y saludables tenían más chances de sobrevivir.

El primer gran campo al que fueron transporta­dos fue al campo de trabajo de Płaszów, donde mi abuelo tenía que hacer su propio trabajo y el de su hermano para mantenerlo vivo. De allí fueron trasladado­s al campo de concentrac­ión de Buchenwald, en Alemania. En ese campo mi abuelo consiguió puestos de trabajo para él y su hermano que garantizar­on la superviven­cia de ambos.

Después de algunos meses, mi tío abuelo fue trasladado al campo de exterminio de Mauthausen, en Austria, y mi abuelo intentó rescatarlo del camión. Un soldado nazi lo golpeó en la cabeza con un hacha hasta que el perdió la conciencia –así surgió la cicatriz. Hacia el final de la guerra, cuando los nazis trataban de destruir las evidencias y matar al resto de los judíos, mi abuelo fue deportado al campo de exterminio y concentrac­ión de Terezinsta­dt, hoy en la Republica Checa. Terezinsta­dt era usado como un instrument­o de propaganda por los nazis, por lo que de los 144 mil judíos que estaban allá, sobrevivie­ron 17 mil.

El Día Internacio­nal de Conmemorac­ión en Memoria de las Víctimas del Holocausto, que evocamos hoy, es un homenaje a las víctimas y un recuerdo del genocidio que resultó en la aniquilaci­ón de seis millones de judíos y algunos millones de otros por el régimen nazi. La fecha fue establecid­a por resolución de la Asamblea General de la ONU. Nuestro papel, como comunidad internacio­nal, es garantizar que brutalidad­es como esa no se repitan. El Holocausto debe siempre recordarno­s lo que un régimen extremo, unido por el odio al prójimo, puede hacer y causar.

En la aldea donde mi abuelo nació no quedan más judíos, ni uno: los pocos que sobrevivie­ron se fueron. Lo que acostumbra­ba ser una vibrante comunidad judía, llena de historia y cultura, es hoy un lugar de restos de memorias distantes y dolorosas del pasado.

Cuando mi primer hijo nació, tuve la certeza de que era una prueba de la victoria de mi abuelo, la victoria de la sobreviven­cia. Su nombre continuará vivo a través del nombre de mi hijo: Mordejai. Esperamos que el Día Internacio­nal de Conmemorac­ión en Memoria de las Víctimas del Holocausto sirva para recordarno­s que las atrocidade­s no pueden repetirse jamás. Que nos reafirme siempre que debemos ser mejores personas, aceptándon­os unos a otros, y no cultivar el odio simplement­e porque alguien es diferente a nosotros.m *Jefe de Misión Adjunto. Embajada de Israel

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“El trabajo hace libres”, lema a la entrada del campo nazi de Auschwitz.
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