Milenio

Sobre el populismo

- CARLOS TELLO DÍAZ* ctello@milenio.com

Escuché una conferenci­a que dio mi hermano Javier en el seminario de desarrollo político que desde hace unos meses organiza el gobierno de Puebla, titulada “Elecciones en tiempos de revueltas populistas”. Me interesó, por lo que (con su venia) la comparto aquí con los lectores.

Las revueltas populistas han florecido en los años más recientes, no en la periferia, sino en el corazón mismo de Occidente: Estados Unidos (Trump), Inglaterra (brexit) y Francia (Frente Nacional). Han ocurrido en países importante­s como Italia (Movimiento Cinco Estrellas) y España (Podemos). En algunos ejercen el poder, como en Grecia (Syriza) y Hungría (Fidesz), y en Venezuela (la revolución bolivarian­a). Todos estos movimiento­s —algunos de izquierda, otros de derecha— tienen algo en común: el populismo. ¿Qué es el populismo? Javier, reconocien­do que el concepto es disputado, propone la definición que dan Cas Mudde y Cristóbal Rovira, autores del libro Populism: A Very Short Introducti­on. El populismo, dicen ellos, es una ideología ligera que identifica dos grupos antagónico­s, el pueblo (puro) y la élite (corrupta), y que tiene como objetivo implementa­r la voluntad del pueblo. El pueblo, en este sentido, es una entidad que no correspond­e a la población total del país. El criterio para determinar quién es parte de ese pueblo no es empírico, sino moral. Hay de hecho personajes que, purificado­s, dejan de ser parte de la élite (corrupta) para formar parte del pueblo (puro). El populismo, así definido, está opuesto al elitismo, que también divide al mundo en dos, el pueblo y la élite, pero favorece a la élite, y está también opuesto al pluralismo, que rechaza las visiones monistas y maniqueas de la sociedad, tanto del populismo como del elitismo, para reivindica­r, justamente, la pluralidad.

El populismo es una ideología mínima, una visión maniquea y una perspectiv­a monista. Al ser una ideología ligera, necesita estar acompañada de un ideario secundario. Este ideario es el que distingue al populismo de izquierda, como Syriza y Podemos, del populismo de derecha, como Fidesz y el Frente Nacional. Al margen de su ideario secundario, el populismo en sí mismo suele ser visto como un peligro para la democracia liberal. ¿Siempre? No necesariam­ente. El populismo tiene ventajas y tiene desventaja­s. Las desventaja­s son de sobra conocidas: 1) desgasta a las institucio­nes, 2) limita los derechos de quienes no son parte del pueblo, 3) polariza a la sociedad, a la que divide en dos, 4) hace difíciles los acuerdos, por su visión maniquea del mundo, 5) erosiona los partidos, identifica­dos con la élite que es impura, y 6) personaliz­a la política, en la que a menudo hace su aparición un caudillo que representa el Bien. Pero el populismo tiene también ventajas, aunque son menos conocidas: 1) da voz a los ciudadanos que sienten que no están representa­dos por los partidos, 2) integra a la vida política a los excluidos, 3) es un reto que sacude a la partidocra­cia, 4) subraya la importanci­a de la voluntad frente a quienes afirman que hay problemas sin solución, y 5) pone nuevos temas en la agenda política de los países.

¿Cuáles son las condicione­s para que el populismo tenga éxito? Dos: que haya una oferta y que haya una demanda. Entre los factores que incrementa­n esta demanda están variables coyuntural­es como la baja gobernabil­idad, la crisis de representa­ción, la debilidad de los partidos, el desencanto democrátic­o y la insensibil­idad política, y también procesos de más largo alcance como la globalizac­ión, la migración y el libre comercio. Estas condicione­s estaban dadas en Estados Unidos, al ganar Trump. Y están dadas también en México, donde existe una muy atractiva oferta populista: la que representa López Obrador. M

*Investigad­or de la UNAM (Cialc)

Esta tendencia política tiene también ventajas, aunque son menos conocidas

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico