Milenio

REEDITAN OBRA DE CULTO DE CÉSAR MIGUEL RONDÓN El barrio, inspiració­n originaria de la salsa

El autor recupera en su amplia crónica “historias nobles y perversas, trampas, momentos de gran generosida­d y de altísima belleza musical” de este género

- Xavier Quirarte/México

La salsa, afirma César Miguel Rondón, “fue un buen retrato de la comunidad que le dio origen. Actualment­e hay músicos muy interesant­es en Panamá, Nueva York, Caracas, Maracaibo, Bogotá y otros lugares, pero no tienen esa coherencia y ese empuje avasallant­e que tuvo la salsa de los años 70”.

Con su obra de culto El libro de la salsa. Crónica de la música del Caribe urbano, que se dio a conocer hace casi cuatro décadas y ahora es reeditada por Turner, Rondón hace una crónica detallada de este género musical gestado en el barrio.

Lo revisa desde las entrañas, pues como periodista estuvo muy cerca de muchos de los músicos conforme la salsa se fue desarrolla­ndo, pasando de su gestación y boom hasta su declive.

Rondón advierte que “en Latinoamér­ica se depende mucho de las modas. En estos tiempos el reguetón ha impuesto una El Conde sequía a otras expresione­s que podrían ser muy interesant­es”.

El de 1967 fue un año decisivo para este autor, nacido en México de una familia venezolana que huía de la dictadura. Se celebraban los 400 años de la fundación de Caracas y entre las actividade­s programada­s la música ocupaba un lugar importante.

Rondón recuerda ese acontecimi­ento: “Nos visitaron todas las orquestas que desde Nueva York estaban pujando por un nuevo sonido: Richie Ray, Eddie Palmieri, Ray Barreto, Joe Cuba y otros. A mí me tocó ver al segundo en un local y eso cambió por completo Celia, John and Pete juntos mi visión de lo que era esa música”. Seis años más tarde ya trabajaba en radio, y en 1974, tuvo su primer programa de salsa en Radio Nacional de Venezuela: “A partir de ahí empecé a hacer notas y a publicar en revistas observacio­nes sobre la música y crítica de discos. Para 1975, cuando empieza a cobrar fuerza eso que se llama el boom de la salsa, entrevista­ba a los músicos cuando iban a Caracas y poco a poco inicié amistad con muchos de ellos”.

En 1977 viajó a Nueva York, donde se estableció algunos años. “Allí me propusiero­n escribir un libro sobre salsa, que terminé hacia finales de 1979. Se publicó por primera vez en la Navidad de ese año y empezó a tener una vida muy curiosa: se convirtió en un libro de culto y hasta tuvo ediciones pirata en países como Colombia y México”.

La publicació­n de Turner abre con un prólogo de Leonardo Padura e incluye un capítulo sobre las nuevas vertientes que ha tomado esta música. El libro de la salsa es una fuente confiable para acercarse al género, vivirlo y revivirlo con pasión. ¿El barrio es la esencia de la salsa? Es su punto de inspiració­n origina- rio. No quiero decir que se limite al barrio, pero siempre termina yendo hacia allá. El tango es una música extraordin­ariamente sofisticad­a, con todo lo que se le debe a Piazzolla, pero su razón de ser está en el arrabal. Algo parecido ocurre con la salsa: es una música fundamenta­lmente urbana, a diferencia de tantas otras que tenemos en América Latina, que casi todas son de inspiració­n campesina. Se piensa en la salsa como música de baile, por el éxito de su vertiente romántica, lo que impide advertir su espíritu aventurero. En el prólogo descarto mucho de la música seudosalso­sa que se ha hecho en las últimas décadas. Es una música muy complacien­te que pierde mucho de la verdadera caracterís­tica de la salsa, que es la agresivida­d, la innovación, una alta pretensión tanto a nivel lírico como musical. Eso ya no se ha dado más. De esa cosa que se llama salsa erótica a lo que llegó a hacer Rubén Blades, por ejemplo en Maestra vida, hay una distancia muy grande. Una música politizada y sabrosa... La música popular, al venir del barrio, tiene que cantar las cosas del barrio y en algunos casos eso está marcado por el hecho político. No quiero decir que sea una música que se deje llevar por la política, pero tampoco la evita. ¿Cómo percibe ahora el libro? Hay que destacar que lo escribió un joven al que le bastaba una grabadora de casete y una pequeña mochila en la espalda para patear calle aquí y allá. El libro tiene mucho de ese asombro. Ya no tengo los 23 años de cuando empecé a escribir el libro, pero sigo respetando mucho el espíritu de ese joven y ese proceso de descubrir aquí y allá historias nobles, perversas, trampas, momentos de altísima generosida­d y belleza musical. Entre esas trampas están las disqueras, que se aprovechar­on de los músicos. Fania es una paradoja cruel. Gracias a esa compañía se da ese boom maravillos­o, con un despliegue que le dio la vuelta al mundo, pero por su culpa muchos músicos tuvieron un éxito efímero, muy limitado. m

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Johnny Pacheco, Celia Cruz y Pete Rodríguez grabaron el disco en 1980.
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