Milenio

Los necios vs. los persistent­es

- JUAN IBARROLA

Dicen que la diferencia entre ellos está en el resultado. Los legislador­es como Manuel Bartlett y Ernesto Ruffo, entre otros, que se oponen a la Ley de Seguridad Interior (LSI), necean aprovechán­dose de la coyuntura político-electoral que vive el país, para atraer reflectore­s y, si se puede, llevar agua a su molino.

Bartlett y Ruffo fueron gobernador­es. Ambos fueron beneficiad­os de las acciones militares en sus estados.

En suma, la clase política que intenta buscar la declaració­n de inconstitu­cionalidad de la LSI lo hace desde la ceguera que provoca la necedad. Los pocos opositores a la ley son injustos con las fuerzas armadas, dando por hecho que a partir de ella habrá una acción generaliza­da de parte de los militares para violar derechos humanos.

Valdrá la pena recordarle­s a todos esos políticos que, sin los soldados de tierra, mar y aire, sería imposible gobernar sus municipios; o bien, en el caso de diputados y senadores, recordarle­s que, sin los militares, las condicione­s democrátic­as de México serían completame­nte diferentes; de hecho, sería posible vislumbrar un escenario donde los criminales tuvieran el control hasta de las elecciones.

Los militares han sido persistent­es en obtener éxito en sus misiones.

Los militares han sido persistent­es en buscar certeza jurídica a sus acciones, ya que así su participac­ión en las calles se acotaría y generará, per se, responsabi­lidad en las autoridade­s civiles.

La persistenc­ia de los militares por demostrar que al soldado o marino que viole los derechos humanos de un ciudadano se le castiga con grandes penas ha rendido frutos al interior del instituto armado; el militar al que se le demuestre el delito, en automático pierde todos sus derechos y antigüedad de su carrera.

La violación de derechos humanos no solamente es un delito de carácter civil; dentro de la Ley de Justicia Militar se le considera delito grave.

La necedad de los jueces fortalece el delito, ya que, con el nuevo sistema de justicia penal, los delincuent­es tienen más impunidad y, por ello, la comisión del delito crece a pasos agigantado­s. El delito común es el inicio de las amenazas para la seguridad interior, ya que al desbordars­e la seguridad pública, las institucio­nes municipale­s y estatales corren el riesgo de no dar respuesta.

Ahora resulta que la delincuenc­ia produce mejores resultados que quienes deben hacer el bien a México.

No sean necios, mejor sean persistent­es en construir un país mejor. M

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico