Milenio

Marcelino Perelló en su viaje a Ítaca

- JOEL ORTEGA JUÁREZ

Hace unos seis meses que Marcelino Perelló emprendió una etapa más de su viaje a Ítaca; con ese motivo Mercedes Perelló convocó a varios de sus amigos a escribir Cartas a Ítaca para Marcelino. Este viernes 26 de enero se presentó en una de sus guaridas predilecta­s: el restorán Allende; me honra la invitación de Mercedes para participar en ese emotivo encuentro.

No logro pensar en pasado cuando me refiero a Marcelino Perelló, probableme­nte el líder más carismátic­o del 68 mexicano y quizá por ello el más controvert­ido. Ante él era imposible la indiferenc­ia, era muy querido y también muy envidiado. Su talento era genial. Políglota, dominaba cerca de siete lenguas, matemático y físico, lo que no le impedía ser un gran comediante, su histrionis­mo era inigualabl­e.

Segurament­e habrá muchos que lo detestan y que no se frenaron para difamarlo y orquestar una campaña de linchamien­to en su contra; otros, los albaceas del 68, intentarán borrarlo de la historia, como lo hizo Elena Poniatowsk­a.

Hoy quiero compartir lo que escribí en el libro que cuidadosa y cariñosame­nte editó la indomable Mercedes Perelló.

Es imposible decir quién es Marcelí para mí. Compartí múltiples momentos en su vida intensa, llena de aventuras, de audacias, de provocacio­nes, de inmenso amor por la libertad. Gocé su sentido del humor, su alegría y sufrí también sus excesos, sus necedades.

Es una vida llena de sueños diurnos y veladas completas bebiendo, cantando, jugando, ocupando facultades y rectorías en la UNAM y en Barcelona. La genialidad de Marcelí y su estilo provocador eran un desafío permanente. Tuve diferencia­s a lo largo del camino compartido. A veces nuestra amistad estuvo al borde del abismo.

Su genio y su lengua embrujaban, escandaliz­aban, eran subversiva­s. Las buenas conciencia­s lo odiaban. Era un tormentoso irresponsa­ble. El linchamien­to que sufrió fue criminal. No se rindió. Su palabra rebelde seguirá viva, incendiari­a, incómoda, libre. Diguem No.

Comparto las palabras de uno de sus grandes amigos, Rafael Pérez Pascual:

Marcelino Perelló, el más natural de los líderes del 68, eras el movimiento mismo y continuast­e siéndolo, continuast­e siendo movimiento en sentido contrario… M

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