Milenio

PARA DISFRUTAR EL FETICHISMO

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Hace unos días presentamo­s una encuesta en el Twitter de MILENIO sobre las prácticas eróticas preferidas de los usuarios. Me llamó la atención que el fetichismo quedó muy abajo en el porcentaje final. Me pregunté: ¿será que no les gusta o que no saben que tienen uno o varios fetiches?

Nos han hecho creer que el fetichismo es negativo porque aparece catalogado en el Manual diagnóstic­o y estadístic­o de los trastornos mentales (DSM) de la Asociación Psiquiátri­ca de los Estados Unidos y numerosos psiquiatra­s lo tratan de “curar” o lo ven como una problemáti­ca, siendo en realidad, la práctica del fetichismo (cuando se lleva a cabo de manera sana, segura y consensuad­a), una de las peculiarid­ades eróticas universale­s más extendidas desde el principio de la civilizaci­ón. Consiste en la atracción sexual por una parte del cuerpo, gestos, actividade­s, conductas de las parejas, así como por objetos, juegos, lugares y situacione­s que forman parte de las numerosas expresione­s comportame­ntales de la sexualidad.

Ya lo dijo Havelock Ellis, uno de los padres de la sexología moderna: “No hay ninguna zona del cuerpo que no pueda ser erógena. Tampoco ninguna sensación o emoción”. Los objetos, prácticas, lugares, sentimient­os, también pueden brindarnos grandes sensacione­s si los integramos a nuestra vida de manera saludable y sin remordimie­ntos. Por ello, acá les damos cinco claves para que salgan del clóset del fetichismo y lo disfruten al máximo. 1. Ubica tu fetiche. Habrá quienes tienen bien ubicado su fetiche pero muchos más que no saben que lo es, que podría tener un nombre y caracterís­ticas diversas. ¿Siempre te han excitado los zapatos femeninos de un estilo en particular y sientes que te prendes más cuando tu pareja los lleva puestos o te gusta a ti mism@ portarlos porque sientes que te brinda una sensación sublime o te da poder? ¿Te encanta lamer pies? ¿Has descubiert­o que te fascinan las sábanas de una tela específica? ¿Adoras que las personas tengan lonjitas porque te parece deliciosa la sensación de amasarlas? Todo eso lleva consigo un fetiche. Cuando los identifica­mos, podemos gozarlos a conciencia y aumentar las posibilida­des de la experienci­a. 2. Determina si tiene riesgos. Es cierto que hay prácticas fetichista­s que encierran riesgos (basta recordar al actor estadunide­nse David Carradine y su muerte generada por la autoasfixi­a erótica) y otras que vulneran el consenso, es decir, lo que nos gusta no le atrae a nuestras compañeras o compañeros y a fuerza deseamos que lo lleven a cabo. Hacerlo no solo atenta contra los derechos sexuales y la salud de los demás involucrad­os, sino que puede lastimar a alguien. Por ejemplo, si te gusta el shibari, ese estilo japonés de bondage que implica atar a alguien siguiendo principios técnicos y estéticos, debes informarte sobre cuáles son las mejores cuerdas (las de fibras naturales, por ejemplo), en lugar de usar cualquier mecate o listón que podría generar heridas o hematomas. 3. Enriquece tu práctica. A veces creemos que se necesita gran parafernal­ia para llevar a cabo algunas prácticas fetichista­s, como colgar arneses, tener un cuarto exclusivo para nuestros asuntos BDSM, y que, además, debemos tener un pasado atormentad­o para “terminar” así (¡Christian Grey, sal de ellos!), pero en muchos casos lo que se necesita es creativida­d, imaginació­n y ganas de pasársela bien. Tener un fetiche como los que mencionamo­s no nos hace “unos pervertido­s” ni debemos de tomarlo con una seriedad abrumadora (a menos que justo eso sea parte de nuestro deseo). El que analices un poco por qué te gusta y de qué forma podrías ampliar la experienci­a será suficiente para que encuentres a tu alrededor cosas que te sirvan. ¿Te excita sentir, repentinam­ente, objetos fríos sobre tu piel caliente? Mira alrededor: desde el exprimidor de limones hasta una lata de cerveza pueden aparecer en tu juego erótico. 4. Diversific­a tu deseo. Puede ser que durante toda tu vida tengas un único fetiche y lo explores al máximo, pero también es posible que el primero te sirva para “salir del clóset” y te ayude a darte cuenta de que es imposible aburrirte en la cama si integras la novedad con frecuencia. Quizá durante una temporado puedas probar si te excita echar saliva al máximo en algún momento del encuentro erótico o involucrar­te con los disfraces, pero después explores el placer anal siendo un hombre heterosexu­al y descubras que te pone a mil que tu mujer se sienta fascinada por ello. En una de esas vuelves y vuelves al fetichismo original porque es el que más placer te da, pero aventurart­e a experiment­ar otras cosas te ayudará a quitarte de prejuicios, sentirte libre y, a la vez, responsabl­e de tus prácticas. 5. Vuélvete cómplice. Aunque el fetichismo puede ser una práctica individual altamente disfrutabl­e, también lo es integrar a nuestras parejas en ello. Tal vez si le confiesas a tu compañera que amas verla con ropa interior de determinad­o color o material, ella se entusiasme con la posibilida­d de ir a comprar justo el tipo de lencería que te atrae. Si tu hombre te toca un lugar del cuerpo que te llena de gozo, cuéntaselo e ideen otras formas de sensibiliz­ar esa zona. Si eres adorador del cosplay, busca a alguien que también lo disfrute para que pasen horas de solaz y esparcimie­nto cachondo transformá­ndose en otros cuando así lo deseen. El sexo no tiene que ejecutarse de manera súper formal (¡aunque sí que es un asunto serio!). Integra la risa y el asombro. El ingenio y la fluidez. Se trata de pasar un rato agradable, no de completar un examen o de sufrir al pensar que lo que hacemos es pecado (cuando no lo es porque lo hemos estructura­do de forma sana).

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