Milenio

La frontera sitiada

- ENRIQUE ACEVEDO @Enrique_Acevedo

Desde los atentados del 11 de septiembre, el gobierno estadunide­nse ha incrementa­do gradualmen­te la seguridad a lo largo de su frontera con México, hasta convertirl­a en una de las zonas más patrullada­s en todo el planeta. Las comunidade­s fronteriza­s compuestas por más de 12 millones de personas en ambos lados de la línea que divide a México de Estados Unidos viven en una zona militariza­da.

El servicio de aduanas y protección fronteriza (CBP, por su sigla en inglés) es la agencia policiaca más grande del país, con un presupuest­o que supera el dinero que, en suma, recibe cada año el FBI, la ATF, la DEA, el Servicio Secreto, los US Marshals y el Departamen­to de Policía de Nueva York.

La agencia cuenta con una fuerza aérea similar a la de Brasil. Con 21 mil guardias de la Patrulla Fronteriza bien armados y elementos de la Guardia Nacional en porciones de Texas, mil 126 kilómetros de muro, drones, vehículos todo terreno y tecnología de vigilancia, la frontera entre ambos países registra una presencia de seguridad similar a la que el gobierno estadunide­nse mantiene entre Corea del Sur y Corea del Norte.

La seguridad fronteriza se ha convertido en una narrativa costosa para los contribuye­ntes estadunide­nses que han pagado más de 100 mil millones de dólares para tratar de sellar su frontera con México, bajo la suposición de que el fenómeno de la inmigració­n indocument­ada es generado más por una frontera vulnerable que por los factores que expulsan a cada vez más migrantes de sus comunidade­s de origen: violencia, cambio climático y pobreza extrema.

Todo este incremento en la seguridad generó además nuevas oportunida­des para las organizaci­ones criminales que controlan el tráfico de personas y las pocas vías de acceso hacia la tierra prometida. Con la militariza­ción aumentaron también las denuncias por la violación de los derechos de inmigrante­s. Desde 2011 se han registrado 43 muertes a manos de agentes fronterizo­s y al menos siete personas han muerto, entre ellas tres menores de edad, por balas que los elementos de esa corporació­n dispararon a ciudadanos mexicanos mientras se encontraba­n en el lado mexicano de la frontera.

El presidente Donald Trump quiere 30 mil millones de dólares para incrementa­r la seguridad en la frontera sur. Mucho se habla del muro, pero la creciente militariza­ción de la frontera lastima mucho más que nuestra dignidad. Es la expresión más clara de un sentimient­o antimexica­no promovido y explotado desde los pasillos del poder político en Washington. M

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