Milenio

Padres que secuestran a sus hijos

- MAITE AZUELA

La historia llegó a mis manos en un chat de mujeres en el que arquitecta­s, artistas plásticas, cineastas, periodista­s, actrices, escritoras, productora­s y activistas apoyan causas que requieren la articulaci­ón de redes y la difusión de temas. El jueves pasado me incorporab­a para entender la dinámica con la que se comunican, cuando me encontré con la primera solicitud que inauguró la charla. Una de las integrante­s hacía referencia a una niña que había sido separada de su madre a manos del padre.

Sin duda, sentí empatía por ambas. Pero lo que encendió mi rabia fue saber que el abuso cometido por el padre había llegado a ese extremo contando con el aval de jueces familiares de Ciudad de México que interpreta­ron a modo la ley y restringie­ron el tiempo de encuentro entre madre e hija a dos horas cada 15 días.

No es el primer caso en el que las autoridade­s se postran ante las influencia­s de un particular. Además, no se trata de cualquier particular, sino de Juan Manuel Rubalcava, hermano del ex delegado de Cuajimalpa Adrián Rubalcava. Después de una larga lucha ante las instancias de justicia, el juez tercero de lo familiar dictó en 2015 un acuerdo que otorgaba a Fernanda la guardia y custodia de la menor. Rubalcava consigue un amparo con la complicida­d del juez de distrito y no se la entrega.

La Suprema Corte de Justicia desestima el amparo el 23 de agosto de 2017 y con esto se devuelve la custodia a Fernanda. Pero, cuando todo parecía resuelto, Juan Manuel Rubalcava, confiando en la impunidad con que se había conducido, sustrae a Valentina sin dejar rastro.

Afortunada­mente, el jueves 2 de febrero que el tema voló en las redes, Fernanda pudo recuperar a Valentina. La niña fue recuperada en Quintana Roo, gracias a las investigac­iones y diligencia­s de la Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia contra las Mujeres y Trata de Personas (Fevimtra).

He tenido cerca casos similares: una madre y un padre al que sus ex parejas les secuestrar­on a sus hijos. No es un asunto que solo afecte a las mujeres, también hay padres que son víctimas de los juicios amañados y de arrebatos que ponen en peligro a los menores.

En una conversaci­ón breve con Fernanda, le pregunté qué esperaba ahora que finalmente tenía a su hija en brazos, a lo que me respondió contundent­e: “Busco que se termine de hacer justicia por ambas. Confío en la labor de las autoridade­s. Espero poder vivir en paz con mi hija y borrar con mi amor cada huella de dolor que en ella exista. Busco que se genere conciencia en torno a los menores que son utilizados como instrument­os para fastidiar a las ex parejas, que se legisle a favor de ellos y se castigue a los padres que involucran injustamen­te a sus hijos en juicios jurídicos con daños irreparabl­es”.

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