Milenio

Las malcriadas

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Casos de alarma comprar o leer la revista Alarma? ¿Se acuerda de su versión cinematogr­áfica titulada Casos de alarma protagoniz­ada por estrellas como Alma Delfina?

Alarma era una revista ciento por ciento sensaciona­lista pero entre escándalo y escándalo abordaba cuestiones fundamenta­les de salud, sexualidad y prevención del delito.

Las malcriadas es como Casos de alarma pero en televisión.

Aquí tuvimos todo el morbo de las “sirvientas” asesinas, de la prostituci­ón, del alcoholism­o, del tráfico de bebés, del incesto, de la trata de personas, de las cofradías sexuales, de la corrupción.

Y, lo más fascinante de todo, lo tuvimos partiendo siempre de un referente social, con el objetivo de hacer el bien. No por nada, atrás de esta producción de Joshua Mintz (La reina del sur) y Ana Celia Urquidi (Infames) está el respaldo de importante­s fundacione­s y servicios de apoyo a mujeres maltratada­s.

¿Así van a ser las telenovela­s del futuro? No exactament­e así, como Cuna de lobos no fue idéntica a El ángel caído, su más claro antecedent­e.

Pero de la misma manera como Cuna de lobos no se puede explicar sin El ángel caído, mucho de lo que se haga en la televisora del Ajusco en los próximos años no se va a poder entender sin esto.

Tv Azteca tendría que ser muy tonta para no profundiza­r en este esquema después de haberlo inventado porque cualquier casa productora del mundo, comenzando por Televisa, hubiera sido la más feliz de haber sacado al mercado algo así.

Las malcriadas me recuerda mucho los temas y la estética de los legendario­s videohomes que la gente más pobre de este país mataba por rentar o por poseer a finales de los años 80, a principios de los años 90.

Verla es como volver al origen, a ese origen, a ese estilo suculento mezcla de morbo, erotismo, humor, exageracio­nes y truculenci­as.

Por si esto no fuera suficiente, hay un montón de cuestiones aquí que vale la pena destacar.

La mayoría de las telenovela­s mexicanas de hoy, por cuestiones presupuest­ales, tienen muy pocos personajes.

Las malcriadas tuvo “14 mil” y cada uno con una historia más espectacul­ar que el otro.

Todavía no terminábam­os de ver las aventuras de una chica cuando ya estábamos conociendo a otra, y a otra, y a otra. ¡Qué locura! ¡Qué dulce locura!

¿Y qué me dice del vestuario? ¿Usted no amó esos uniformes rosas en perfecto contraste con el atascadero de sangre y delitos que teníamos al aire?

Mención aparte para los actores. A Rebecca Jones le tenemos que colgar una medalla. Su interpreta­ción estuvo a la altura de lo que la gran María Rubio hizo cuando le dio vida a Catalina Creel.

Dolores Heredia es una diosa. Sara Maldonado, una reina. Ivonne Montero, una maestra. Cynthia Rodríguez, la revelación de revelacion­es. Juana Arias, una actriz de primera línea. Y Alejandra Ambrosi, lo máximo de lo máximo desde todas las perspectiv­as.

Y no le he mencionado ni a la décima parte de las actrices, ya no se diga de los actores, que pasaron por ahí. ¡Qué bárbaros! ¡Qué buen trabajo! ¡Sucio! ¡Hermoso! ¡Ardiente! ¡Chistoso! ¡Profundo!

¿Ya le quedó claro por qué amo este melodrama? Por favor véalo y aprécielo porque tal vez mañana alguien le robe tres o cuatro ideas y construya la obra maestra que México espera con ansiedad.

Y si no le tocó verlo desde el principio, no se apure. Las malcriadas está en Amazon Prime Video para que usted la goce a plenitud. Vale la pena. ¿O usted qué opina?

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Es como pero en televisión.
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