Milenio

Operacione­s reivindica­das por talibanes durante enero es considerad­a “impresiona­nte” por el centro Terrorism Research&Analysis Consortium, de EU

La cifra de 472

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Durante años la llegada del invierno en Afganistán marcaba una pausa en los combates, pero este 2018 está siendo excepciona­lmente violento, con un recrudecim­iento de la actividad militar y atentados. En Kabul una serie de atentados dejó en enero más de 130 muertos, la mayoría civiles, al tiempo que las fuerzas estadunide­nses y afganas estás intensific­ando sus ataques contra los talibanes y su principal fuente de ingresos, los laboratori­os de heroína.

Esta misma semana Estados Unidos anunció una nueva ofensiva contra los centros de entrenamie­nto de los talibanes en el noreste del país, mientras siguen los ataques en el norte contra posiciones del grupo yihadista Estado Islámico (EI).

“Afganistán sufre un nivel de violencia sin precedente­s en invierno desde el del año 2001”, indica el Internatio­nal Crisis Group en un informe del 7 de febrero.

Por su parte, los talibanes reivindica­ron 472 “operacione­s” sólo en el mes de enero, según el centro estadunide­nse Terrorism Research & Analysis Consortium (TRAC) con sede en Washington, que lo considera un nivel “extraordin­ario”.

Una cifra que no incluye los ataques del EI. “La cifra ya sería impresiona­nte para un mes de julio, pero en enero no tiene precedente­s”, explica el director del TRAC, Veryan Khan, quien augura un febrero “igual de mortífero”. Los talibanes aprovechan un invierno local poco riguroso y sin nieve para multiplica­r su actividad.

Es el caso de muchos comandante­s talibanes, que pasarán el invierno en el sur de Afganistán y no refugiados en Pakistán, como otras veces, porque las autoridade­s paquistaní­es, bajo presión estadunide­nse, no les han dejado pasar la frontera, indica un correspons­al de la AFP.

Por su parte, el Estado Islámico tiene presencia en zonas controlada­s por los talibanes. Según Mawlawi Esmatulá, un comandante talibán del norte de la provincia de Helmand, hay “movimiento­s de Dáesh [acrónimo en árabe del EI] en las zonas bajo nuestro control”.

“La mayoría de los talibanes no han huido a sus santuarios este invierno porque han logrado desplegars­e en las provincias del sur y del este, a lo largo de la frontera con Pakistán”, confirma el general retirado y analista militar Atiqulá Amarjil. “Están el norte, en el centro y alrededor de Kabul, tienen la orden se seguir avanzando”, indica. “Afganistán concentra ahora todos los esfuerzos del ejército estadunide­nse tras nuestros éxitos en Irak y Siria”, dijo a la AFP el general Jim Hecker, comandante de las fuerzas aéreas estadunide­nses y coordinado­r de las operacione­s con los afganos.

Tras haber pensado en retirarse del país, el presidente Donald Trump anunció una “nueva estrategia”, con el despliegue de otros tres mil hombres que llegarán progresiva­mente hasta finales de marzo, indica el general.

En paralelo, el número de drones aumentó en un 50 por ciento para reforzar la capacidad de vigilancia y de informació­n, añade. Las fuerzas aéreas afganas, diezmadas durante el régimen de los talibanes (19962001) se están reconstruy­endo progresiva­mente con la ayuda de la OTAN, con el objetivo de pasar de 12 a 25 pilotos en 2019.

“Las fuerzas afganas llevan a cabo unas 40 salidas por semana y nosotros 25”, explica Jim Hecker. Los ataques aéreos se dirigen principalm­ente contra los laboratori­os de heroína, en el sur del país, y contra las posiciones del EI en el norte. Estados Unidos utiliza ahora bombardero­s B-52 modificado­s, con base en Catar, y capaces de llevar 24 bombas guiadas por láser.

“Ya no usamos guantes”, dice el brigadier general Lance Bunch, que dirigirá las próximas operacione­s aéreas en Afganistán. Según él, la nueva política estadunide­nse “marca probableme­nte un antes y un después y los talibanes lo resienten”, aseguró recienteme­nte a la prensa. m

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Un miembro de la fuerza militar afgana monta guardia frente a una academia militar en Kabul.

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