Milenio

Quintana y su madurez

La salida de Darío Verón y toda la confianza que le ha brindado David Patiño han robustecid­o al zaguero

- Rubén Guerrero Atilano/ Ciudad de México

Hay días que marcan a cualquiera, ya sea por su trascenden­cia favorable o por el fatídico desenlace que conllevan. Para Luis Quintana, existe uno de esta segunda clase, que tiene muy presente en su carrera y que le sirvió como impulso. El 17 de mayo de 2012, en un encuentro sin precedente­s, los equipos sub 20 de Pumas y América se encontraro­n en la final de su categoría. Ambos, orgullosos de sus orígenes, tenían al menos un año dominando esta división y encontrars­e en la disputa del título era un aliciente para todos los jóvenes involucrad­os. Con el ‘66’ en el dorsal, el central fungía como uno más en el campo.

La ida se llevó a cabo en el estadio Olímpico Universita­rio. Dirigidos por Raúl Servín, los felinos tenían una base que ya había debutado en Primera División y que acumulaba kilómetros en el campo jugando juntos; además de Quintana, destacaban otros como Josecarlos Van Rankin, Alan Mendoza, David Izazola y Alfonso Nieto. Del lado azulcrema se encontraba­n Martín Zúñiga, Lugiani Gallardo y Gil Cordero, como los rostros más ubicables; los comandaba Guillermo Huerta, un experto en la formación de talentos. Pumas era el favorito, el que mejor futbol desplegaba.

En la cancha, apenas habían transcurri­do 15 minutos, cuando Lugiani le ganó las espaldas a Quintana y se incrustó en el área para vencer a Bernabé Magaña e inaugurar el marcador. Luis padeció el resto del primer tiempo y aunque contrarres­tó al volante del América, se le notaba inquieto, nervioso; en el complement­o fue sustituido. El ahora central del escuadrón estelar ingresó en los últimos instantes en el juego de vuelta, cuando las Águilas ya vencían, de nuevo, 1-0 en el parcial. Ahí, en la cancha del estadio Azteca, los azulcremas consumaron el tetracampe­onato de la Sub 20.

Aquel episodio evoca uno de los momentos más complejos para Quintana, pero no fue el último. Luis debutó en el máximo circuito un año más tarde, en 2013, bajo la tutela de Antonio Torres Servín, aunque tendría que aguardar que muchos factores se conjuntara­n para que, ahora sí, disfrutara de la recompensa. Hasta el Apertura

Estoy muy contento con la responsabi­lidad que ahora desempeño; siempre he tratado de mejorar”

Me motiva muchísimo la confianza que me está dando mi técnico, disfruto estar en el terreno de juego”

Me propuse ser el siguiente de Darío Verón, lo analicé mucho durante casi cuatro años” LUIS QUINTANA Defensa de Pumas

2015 no rebasaría el límite de cinco encuentros por torneo; la crisis de resultados en Pumas y hasta latente peligro por la tabla de cocientes, además de la presencia de Darío Verón y Gerardo Alcoba, complicaba­n que su presencia fuera más cotidiana con el escuadrón principal. Se sabía de sus condicione­s, pero aún no había demostrado nada

En la mayoría de las ocasiones que Luis Quintana había sido requerido, tanto por José Luis Trejo como por Guillermo Vázquez para suplir a Verón o Alcoba, siempre por lesión, cumplía sin mayores aspaviento­s; de hecho, en su momento declaró: “sé quiénes están por delante de mí y que será cuestión de tiempo para que pueda ganarme un puesto”.

El propio central era consciente de que su oportunida­d llegaría, que debía aguardar, sin importar las tormentas venideras... Y le llegaría una de las más complicada­s: entre 2016 y el primer semestre de 2017, apenas sumó 10 encuentros en Liga, solo rebasaba los 600 minutos de acción, una cuota que desesperar­ía a cualquiera.

Con 25 años y todos los procesos de inferiores en el club, Quintana parecía no ser del agrado de Francisco Palencia, entrenador en turno, que brindaba más oportunida­d a otros como José Antonio García. Sin embargo, con la salida de Paco, el adiós de Verón y hasta que la directiva no encontrara un sustituto del paraguayo en el mercado foráneo, su oportunida­d como estelar llegó. Ya sea con Sergio Egea o David Patiño, Luis fue solvencia de un aparato defensivo vapuleado, que poco a poco encontró el equilibrio extraviado por malas determinac­iones colectivas. Al término del Apertura 2017, el central, que heredó el ‘4’ de Darío, apareció en 16 encuentros del torneo, con más de mil 300 minutos y hasta un gol a su nombre.

Apenas hace un par de meses, con una nueva baja, esta vez la de Alcoba, la directiva encabezada por Rodrigo Ares de Parga se replanteó reforzar la defensa, pero con la recomendac­ión de Patiño, solo se trajo al sustituto del charrúa, manteniend­o a Quintana como estandarte del proyecto de Pumas. Hoy, la realidad también ubica a Luis en una palestra protagónic­a, gracias a la importanci­a de su juego y la seguridad que transmite en la zona baja. Del muchacho que falló en la marca en la Sub 20, al futbolista que ahora se consagra cada partido en Primera División, hay muchas diferencia­s. “Su aporte ha sido fundamenta­l; en lo individual, está en un nivel altísimo, pero no es de ahora, tiene mucho tiempo trabajando al máximo”, ha dicho su estratega.

Es tímido, no le gusta tanto el contacto con la prensa y evita a toda costa hablar de más, pero en el presente, gracias al fruto de su propio esfuerzo, Luis Quintana acepta su rol y asume las responsabi­lidades: “Me motiva muchísimo la confianza que me está dando mi técnico. Estoy muy contento con lo que estoy haciendo. Me propuse ser el siguiente de Darío, lo analicé mucho durante casi cuatro años, veía lo que hacía en momentos negativos y positivos, aprendí de él y sé que aún me falta por crecer, pero he avanzado; sabía que llegaría el día en el que Verón no iba a estar y no quería que trajeran otro refuerzo, esa fue mi meta”.

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FOTOS: IMAGO7 Luis Quintana brinda la salida desde la retaguardi­a de Universida­d
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