Milenio

El sexenio de la infraestru­ctura

- info@cism.mx Juan S. Musi Amione @juansmusi www.cism.mx

Es obvio que un país con una mejor infraestru­ctura tiene mayores posibilida­des de crecimient­o y otorga más facilidade­s a sus habitantes para desarrolla­rse en todos sentidos. Una mayor y mejor infraestru­ctura nos conecta de manera más eficiente y barata, al permitir que todo lo bueno — poco a poco— esté al alcance de todos; de la misma forma, ofrece mejorar aún más los ingresos que tenemos por turismo. ¿Por qué se habla tan poco de infraestru­ctura y no se encuentra en la agenda prioritari­a la inversión en esto?, porque desafortun­adamente las finanzas públicas y el presupuest­o se han comprometi­do a un grado tal que uno de los rubros más castigados, desafortun­adamente, ha sido la inversión y gasto de gobierno en servicios e instalacio­nes.

Un porcentaje altísimo del gasto está destinado a programas sociales, apoyos a diferentes sectores de la población, evidenteme­nte privilegia­ndo a los más marginados. Otra parte muy importante se va a salud, pensiones y educación, por lo tanto el remanente que podría ocuparse para tener mejores carreteras, aeropuerto­s, terminales marítimas y vías ferroviari­as es insuficien­te; derivado de lo anterior, nuestro presupuest­o se parece más al de sacar adelante un gasto corriente y a destinar una muy pequeña parte para mejorarnos, a largo plazo.

Lo primero que tenemos que hacer para invertir sensatamen­te en nuestro país es recaudar más; y la única forma de hacer esto es a través de una reforma fiscal que grave al consumo, algo que se antoja tremendame­nte impopular políticame­nte — evidenteme­nte este no será un tema de campaña—, pero necesariam­ente sí será un asunto para la próxima administra­ción.

De los tres candidatos con posibilida­des para ganar, dos podrían tener esta visión, pero el más popular quiere seguir promoviend­o el gasto social al nivel de otorgar pensiones a jóvenes desemplead­os y la única manera de lograr lo que propone sería endeudándo­nos más, o sea deterioran­do nuestras finanzas públicas; por eso cuando escucho amenazas de esta misma persona, de cancelar aeropuerto­s y grandes inversione­s de consorcios internacio­nales de materia energética, me llena de pánico el retroceso que México pueda tener en solo seis años.

Cada día falta menos para elegir nuestro futuro, y queda claro que no hay el candidato ni el partido ideal; lo que sí creo que existe es la necesidad de votar por aquel —sea quien sea— que pueda evitar que este populismo extremo, esta izquierda arcaica y rezagada, ¡llegue a ocupar la Presidenci­a! m

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