La trilogía 1938, 1968 y 1988
Ochenta años de la Expropiación Petrolera, 50 años del Movimiento Estudiantil Popular y 30 años del Movimiento Democrático constituyen tres momentos que forjaron la identidad del México contemporáneo.
Representan soberanía, libertades y democracia. Los tres unidos constituyen la base de un programa político, de la aspiración de reforma constitucional para transformar el país, unirlo y fortalecerlo.
Sus detractores son los que hoy se disputan la conducción de un país excluyente, sectario, oligárquico, autoritario y reaccionario.
Lo que siguió a cada uno de estos acontecimientos fue inspiración de luchas, principios y convicciones. Viva está aún en la memoria la fuerza social surgida del cardenismo de 1938; la dignidad contra la respuesta represiva y fraudulenta del régimen en 1968 y 1988; los tres acontecimientos siguen apuntando hacia una sociedad mexicana en busca de la liberación nacional y un Estado democrático.
El largo y truculento proceso de desnacionalización, así como la vuelta al autoritarismo y la violencia, marcados por la corrupción gubernamental crónica y los monopolios, busca una salida que no se ve a la vista. La lucha contra el neoliberalismo y el viejo estatismo, populista y autoritario es un objetivo pendiente.
Fuerzas que se sumaron por intereses propios, sin brújula, al ideal progresista y democrático disfrazan sus derrotas y errores ofreciendo triunfos con derechas y ultraderechas, aliados con aquellos que combatieron las acciones de gobierno de Lázaro Cárdenas y hoy privatizaron con los que reprimieron el Movimiento Estudiantil y los que tramaron el fraude en 1988.
Siendo 1968 defensor de las garantías constitucionales y 1988 el simbolo alternativo de la unidad progresista y antineoliberal, estos años siguen siendo referente de los cambios, reformas y transformaciones logradas.
Los que hoy voltean a ver en las derechas la alternativa, siempre han dicho que 1968 y 1988 fueron derrotas. Su paso del resentimiento al oportunismo se hizo cómplice de los que han buscado destruir 1938, 1968 y 1988. Son los que buscan hoy conducir el proyecto neoliberal y reproducir un poder presidencial decadente contra un país de instituciones.
La complicidad con el neoliberalismo y la visión de los excluyentes, aún dueños de todas las posibilidades electorales en el país, puede explotar de nuevo ante las contradicciones crecientes y una sociedad atrapada entre el clientelismo moderno, millones de spots de falsas alternativas, insultos y una franca unidad antinacional de los candidatos presidenciales de 2018.
Lo que apuntaba a una gran oportunidad de cambio se perfila como tragedia. Todo ello, gracias a la política contrainsurgente y al huevo de serpiente sembrado para dividir la fuerza que luchó desde hace 80 años por una salida democrática, justiciera y de libertades.
Este año trascendental de 2018 marca como testimonio el país que no han dejado ser y movilizado en 1938, 1968 y 1988. Tres años que formaron generaciones de mexicanos que dieron su esfuerzo y su vida por un México distinto al que tenemos.