Amada Opinión Pública:

Te escribo esta misiva porque sé que me malinterpretaste y te enojaste un poquito conmigo, pero yo quiero tener tu amor y que pronto podamos pasear agarraditos de la mano en las calles de la hermosa, aunque libertina, Ciudad de México. Ya sé que te sorprende que le llame así, pero no puedo evitar decirte lo que pienso, adorada mía. Quiero ponderarme ante tu hermoso ser (sea lo que sea que signifique esa palabra) y demostrarte mi amor casto hacia tu persona.

Luz de mi vida, objetivo de mis empeños, déjame llevarte a un viaje por los valores y blindar a tu familia. Permíteme mostrarte lo que es habitar un mundo sin homosexuales, transexuales, asexuales, bisexuales y todo lo que acabe en “sexuales”, sinónimo de perdición, y enseñarte la bonanza de los binarios (me dijeron que así se dice, aunque no sé qué es) heteropatriarcas machistas, que son los únicos que deberían ser visibles en tu enorme corazón.

Yo decidiré por las mujeres al prohibir el aborto, pues sé lo que es bueno para ustedes. Y no, su cuerpo no es suyo, así que tampoco podrán andar fumando esa yerba del mal que pone a la gente muy loca; yo soy más medicinal que ella. Te lo juro, baby.

En fin, querida mía, me despido. Espero que contestes alguna de mis misivas, porque ya me cansé de que te rías en lugar de decirme cositas lindas. Es 14 de febrero, dame chance. Pero, por favor, tápate el escote, no mires a nadie que no sea yo, no te vuelvas una fácil, sucia, malvada, transgresora, atea, libertina, pecadora, puerca, pacheca, gaaaaaaaay… idolatrada Opinión Pública. Sé que podré cambiarte, porque el amor todo lo puede.

Te veo en las urnas, my love.

Tu Miki-Miki