La insurrección social
Andrés Manuel López Obrador ganará el próximo 1 de julio y será el siguiente Presidente de México. Esta oración que, hace apenas unos meses atrás, descalificaba diciendo que cuando los candidatos de los otros partidos estuvieran definidos la ventaja de López Obrador terminaría se equivocó terriblemente. Ni Ricardo Anaya ni José Antonio Meade han podido acercarse a las intenciones de voto que López Obrador posee; por el contrario, están enfrascados en una dura lucha por un muy lejano segundo lugar. López Obrador ganará porque es el líder y coordinador de una gran insurrección social que inició en todo el país. Me refiero a ciudades y municipios que habían sido bastiones históricos de otros partidos y que ahora han empezado paulatinamente a sumarse a Morena.
Cuando se preguntan por qué Andrés Manuel aventaja en todas las encuestas y estudios de opinión, las respuestas son sencillas. Sin que se tenga a detalle el número de eventos que realizaron los precandidatos en esta etapa, puedo asegurar que López Obrador fue el que más actividades y recorridos realizó por todo el país. Cuando hablo de eventos me refiero a las miles de personas que acudieron a asambleas informativas y que tuvieron contacto directo con él. Tan solo en Puebla estuvo cinco días y realizó 15 asambleas en los distritos rurales más alejados; Ricardo Anaya estuvo solo dos ocasiones, y Meade nunca se apareció por territorio poblano en precampaña.
López Obrador es el candidato de los jóvenes, entre otros factores, porque José Antonio Meade y Ricardo Anaya carecen de credibilidad ante este importante sector del electorado de entre 18 y 35 años. Para este grupo poblacional, los gobiernos panistas y priistas representan lo peor que les ha pasado en su vida en materia de pobreza, falta de expectativas, corrupción, frivolidad, violencia e inseguridad. En contraposición, López Obrador es valorado como una alternativa, como un hombre honesto y comprometido con el combate a la corrupción.
Una percepción similar se ha implantado en otros sectores, como el de las mujeres. El voto femenino, sustancial para definir el resultado, mayoritariamente apoya a López Obrador. No es casual, son ellas las que enfrentan de manera directa la merma en la calidad de vida de sus familias y son las víctimas más vulnerables de la violencia y la inseguridad. En el mismo sentido, podemos hablar de los maestros, tan maltratados en el sexenio de Enrique Peña; de los empresarios, de los campesinos, el campo mexicano está devastado; de los sindicatos, no solo los independientes, que han visto socavados sus derechos laborales.
En el país existe un malestar por cómo han actuado los gobiernos panistas y priistas, el primer aspecto que motiva dicho malestar es la corrupción de la clase política. La insurgencia cívica que está presente en todo México tiene como objetivo, en buena medida, terminar con la impunidad de la que gozan los políticos. Faltan cuatro meses y medio para la jornada electoral y esta insurrección social lejos de detenerse continuará creciendo. Sí, estamos presenciando lo que será una de las grandes transformaciones de México. Una transformación que será electoral y será pacífica. M