Crítica a El César y a
Yo creo que, más allá del indiscutible cañonazo de Exatlón, las noches de la televisión abierta privada nacional están muy buenas con la competencia entre El César de Azteca Uno y Por amar sin ley de Las Estrellas.
¿Cuál le gusta más? ¿Por qué? Ahí le van mis críticas: El César es una de las mejores series de televisión que se han hecho en la historia de América Latina. Punto.
Si la meten a los Emmys Internacionales, incluyendo a Armando Hernández en la categoría de mejor actor, igual y le da una sorpresa a todas las empresas que están detrás de esta joya.
¿Qué le puedo decir más allá de lo que le mencioné el año pasado cuando esta propuesta se estrenó en los cables y en las antenas directas al hogar a través de Space?
Primero, que El César sí es un serie de televisión, no una de esas malas telenovelas que pretenden engañar a las audiencias llamándose series, superseries, megaseries, dramaseries o lo primero que venga a la mente de sus acomplejados creadores.
¿Esto es bueno? No tanto porque ahorita sí, hay mucha fiesta en las pantallas. ¿Pero qué va a pasar cuando este título termine y los programadores de la televisora del Ajusco nos vuelvan a poner lo de siempre?
Se necesita ser muy ingenuo para no pensar que el mercado no va a resentir el bajón dramático, presupuestal y estético.
Por eso es importante crear una verdadera industria de series mexicanas y no pequeñas barras programáticas que pongan y quiten lo primero que vaya saliendo de los convenios internacionales.
Segundo, El César es una bioserie diferente. ¿En qué sentido? En que su protagonista es un hombre que se dedica al deporte.
Aquí hay una mina de oro que yo no sé si Tv Azteca esté evaluando como una alternativa a futuro.
Lo que una vida como la de Julio César Chávez puede vender es infinitamente superior a lo que pueden dejar las biografías de varias cantantes juntas por más obesas, drogadictas o polémicas que sean.
Y tercero, sí hay que hacerle un reconocimiento público a todos los escritores, actores y directores de escena que intervinieron en este proyecto.
Es obvio que su trabajo es excelente. La cuestión aquí es: ¿por qué no podemos decir lo mismo de lo que está ocurriendo en otros conceptos que están al aire tanto en Tv Azteca como en Televisa e Imagen Televisión?
¿Por qué no podemos decir lo mismo si, muchas veces, son los mismos autores, los mismos actores y los mismos directores?
¿Qué hay en El César que no hay en el resto de los productos dramatizados de la industria de la televisión mexicana?
¿Planeación? ¿Tiempo? ¿Dinero? ¿No será que cuando se trata de coproducciones internacionales los mexicanos nos portamos a una altura a la que no nos comportamos cuando trabajamos para nuestro propio país?
La nota no es que El César sea buena. Eso todos lo sabemos. Esto todos lo podemos ver. No somos tontos.
La nota es: ¿por qué lo demás no puede ser igual? ¿Se imagina usted si llegáramos a eso? Admiro profundamente los esfuerzos que los señores de Las Estrellas están haciendo por cambiar su oferta dramatizada en el horario de las 21:30 horas.
Aunque me pone triste, me queda claro que ya no quieren ofrecer telenovelas y no tardan en darle al clavo en la creación de un nuevo lenguaje.
Esta producción de José Alberto Castro es un eslabón muy importante es esa búsqueda