Milenio

UNAM y drogas, ¡doble moral...!

- RICARDO ALEMÁN

Desde hace cuatro décadas, la UNAM es paraíso de la droga, de todo tipo y para todos los bolsillos. En esos años, los rectores lo han sabido y lo han ocultado.

En todo ese tiempo también ha existido complicida­d e impunidad, ya que mientras los sindicatos universita­rios se benefician del negocio de las drogas reina la impunidad con la patraña de la autonomía universita­ria.

Además de ser la máxima casa de estudios del país, la UNAM es el mayor mercado de droga, con decenas de miles de consumidor­es cautivos, sean estudiante­s, maestros, directivos, vecinos y todo el que busque la canasta básica de drogas. La UNAM es un mercado seguro e impune.

El 16 de mayo de 2017, con el título “La UNAM: canasta básica de droga”, publicamos aquí lo siguiente: “¿Cuántos políticos, legislador­es, em- presarios, gobernante­s, sacerdotes, periodista­s, estudiante­s, maestros… consumen habitualme­nte drogas prohibidas? ¿Cuántos de ellos son feroces críticos de la violencia, las bandas criminales y los malos gobiernos, al tiempo que son el motor del crimen; consumidor­es y actores de esa doble moral. Y la mejor muestra de esa doble moral institucio­nal la señaló el profesor Joel Palma, de la Facultad de Química de la UNAM, el 9 de marzo de 2016, cuando frente a Enrique Graue, investigad­ores exigieron poner alto al problema de las drogas en la UNAM.

“Dijo el investigad­or: ‘No nos hagamos tontos, aquí se venden todas las drogas, aquí es como venir a buscar la canasta básica; todo lo encuentras en el campus universita­rio’”. Y para demostrar que en la máxima casa de estudios también existe doble moral, el portal www.letraroja.com investigó —con cámara escondida— y encontró la canasta básica de drogas en la UNAM.

En el video de Letra Roja se confirma que autoridade­s de la UNAM solapan “el negocio”, mientras que dealers dicen a los clientes que en territorio UNAM “no pasa nada”. ¿Por qué? Porque tienen protección.

Y es que durante medio siglo los rectores universita­rios y la corrupta estructura sindical convirtier­on a la UNAM en territorio de impunidad, a partir de esa tara histórica de que autonomía es igual a ilegalidad, impunidad y tierra sin ley.

Hoy, el campus de la UNAM no solo es tierra de bandas del crimen y la droga —que disputan un negocio millonario a ojos de sindicatos y au- toridades universita­rias—, sino que el campus ya es campo de guerra, con muertos a cada paso.

Y la tara triunfa. El rector Graue ratifica; la UNAM es propiedad de las bandas criminales, tierra sin ley, territorio de impunidad.

¡Que se jodan la ley y los muertos! La doble moral.

Al tiempo. M

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CU ya es campo de guerra.
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